Cuenta la mitología romana, que Rómulo y Remo, hijos de Marte, fueron abandonados a las orillas de un río. El rey de aquel entonces, el rey Amulio, ordenó que los niños fueran matados. Solos, en medio del bosque cercano al rio, fueron encontrados por una loba quien los amamantó. Esa loba fue conocida con el nombre de Luperca. Esta loba no sólo fue quien encontró a los pequeños Rómulo y Remo, sino quien noble y desinteresadamente los amamantó y los crio. Rómulo y Remo luego con los años serian los fundadores de la mismísima ciudad de Roma.

Este mito romano, la historia de Rómulo y Remo, fue continuamente llevado al arte en su diversidad de expresiones e interpretaciones. Y en menor medida, pero también ha sucedido, con la loba nodriza Luperca.

Luperca también recibe el nombre de Loba Capitolina, y de hecho existe una bellísima estatua de bronce en los Museos Capitolinos de Roma. En estos se encuentra la escultura de Luperca, vista parada y de perfil. En ella se observan sus mamas de loba que amamanta, y pode debajo, como si fueran lobeznos, amamantan enérgicamente Rómulo y Remo. Esta escultura mide aproximadamente más de un metro de largo por 73 cm. Realizada en bronce, de color negro, se observa a la loba con la boca semi abierta y los dientes a la vista. Con las orejas en alerta y los músculos tensos, si bien el cansancio que denota, se observa su actitud de guardia y de defensa hacia sus crías frente cualquier peligro.

Hay dos teorías contrapuestas en cuanto a sus orígenes. La primera y más fuerte de ellas, atribuye el origen de esta escultura a los etruscos. Sobre todo, por el uso de las líneas y el tipo de ornamentación que tiene. La segunda de ellas sostiene que esta escultura fue realizada durante la edad media. Lo que si se sabe a es que Rómulo y Remo fueron un agregado posterior realizado por Antonio Pollaiuolo en el año 1415. 

Lo cierto es que, más allá de esta bellísima escultura, la Luperca ha tenido una connotación muy poderosa como símbolo de la ciudad Romana. Mientras que este mito nunca se pudo constatar a ciencia cierta, pues hay quienes creen que no era una loba quien adoptó a los gemelos sino una mujer o prostituta. No obstante, este mito enmarca el ADN del origen de la ciudad de Roma, destacando valores como la valentía, la entrega y la solidaridad.