La pintura botánica es mucho más que lo que conocemos hoy. Podría decirse que con todos los avances fotográficos, visuales y tecnológicos existen grandes aproximaciones microscópicas a las plantas y flores de todas partes del mundo. La ilustración y la pintura botánica en cambio hoy ocupa un lugar cien por ciento ligado al arte y a la estética. Sin embargo, los comienzos de la pintura botánica se remontan a muchísimos años atrás, los primeros años después de Cristo cuando Pedanius Dioscorides, científico, estudiosos e ilustrador botánico griego escribió su obra maestra “De materia médica” en donde se plasmó su labor de años sobre infinidad de plantas medicinales. En estos comienzos y por mucho tiempo más, la pintura botánica fue de gran ayuda para médicos, científicos, investigadores, farmacéuticos y exploradores. De las ilustraciones precisas, detalladas y exactas dependía el trabajo y la certeza de muchas conclusiones científicas. Por tal motivo, el peso de los ilustradores botánicos empezó a ser muy grande y su labor se empezó a ser muy conocida.

Un claro ejemplo es el Marianne North, quien, con su espíritu aventurero, recorrió y vivió en varios países del mundo, retratando centenares de especies del reino vegetal. Su obra fue tan valorada que incluso hoy se encuentran preservadas en el Marianne North Gallery en Kew Gardens, Londres.

Marianne North tuvo una vasta producción de pinturas. El valor de su trabajo, aparte de su precisión, exactitud y estética, tiene que ver con la cantidad de países que recorrió, aun en una época en que las cosas no eran tan sencillas para las mujeres. Nació en el año 1830 en Hastings, Inglaterra. Murió sesenta años más tarde habiendo recorrido más de quince países (Jamaica, Canadá, India, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Chile, Seychelles, Japón, etc….) y habiendo estudiado alrededor de 9000 plantas que se plasmaron en 800 pinturas aproximadamente.  Su aporte fue tal que incluso hay algunas que fueron llamadas en honor a ella: Kniphofia northiana, Nepenthes northiana y Northea seychellana.

Su obra se encuentra entre la ciencia, la escritura y la pintura. Desde la ciencia, muy ligada a las ideas de Charles Darwin, quien fuera amigo de su padre, logró contribuir enormemente con su incansable y minuciosos labor. Desde la escritura, su visión de la vida, sus viajes y anécdotas la llevó a escribir: “Recollections of a Happy Life” y “Some Further Recollections of a Happy Life”. Desde lo artístico su aproximación a las flores y plantas lo hace con rigor científico y con ojo artístico: “Nepenthes northiana”, “Papiros en Sicilia” y “Japón” son apenas algunas de sus grandes ilustraciones.