Un irlandés con una carrera interrumpida

William Orpen fue un gran pintor irlandés de finales del siglo XIX y principios del XX. Lejos de tener una vida compleja y novelesca como muchos otros artistas, William Orpen fue producto de una familia de artistas, con una infancia feliz rodeada de verde y oportunidades. Esto le permitió que desde niño pudiera explorar sus talentos y a partir de la adolescencia hacer volar su talento y empezar a formarse seriamente en arte. Sus padres impulsaron su carrera pues vieron desde niño el talento nato que tenía. Y en ese talento, William Orpen supo retratar maravillosas escenas, cargadas de colores pasteles, aguados, tanto de paisajes, de retratos, de escenas de guerra y escenas interiores. Sus pinturas trascendieron todo tipo de fronteras y William Orpen fue reconocido por todo el mundo, hasta que los traumas de guerra y una enfermedad degenerativa la sacaron de carrera.
William Orpen
William Orpen nació en Dublín, Irlanda, en el año 1878. Se crió en una familia de varios hermanos, con padres profesionales que practicaban la pintura como hobby y mucho verde para correr. En esta infancia de ensueño William Orpen mostró su don para el arte. Una vez iniciados sus estudios formales en Bellas Artes comenzó a crecer y crecer. Fue reconocido en Dublín, luego en Londres y desde allí por todo el mundo. Su escenas poéticas, sutiles y elegantes desplegaron un estilo único que le hizo un lugar en el arte. Pero cuando llegó la primera guerra mundial y fue citado para retratar lo que veía su mente hizo un “clic”. Su trabajo fue excelente y se desprenden muchos cuadros de aquel entonces, pero desde allí William Orpen quedó traumatizado. Esto y una enfermedad neurodegenerativa hizo que finalmente muriera apenas a sus 50 años.
El estudio
El estudio es un óleo sobre lienzo que William Orpen realizó en el año 1930. Es una suerte de autorretrato en el que se representa a él mismo pintando en su estudio. Un estudio fascinante, elegante y poético. Lo muestra a él en acción sentado y concentrado con el bastidor de frente y el pincel en la mano. Mira a la modelo que irradia luz y posa desnuda frente a él. Una lindísima decoración, techos altos, pintorescas ventanas y un piso de damero los rodean. Pero por sobre todo la protagonista de la escena, es la magnífica luz que atraviesa sutilmente la ventana y tiñe todo con su manto.