Cuando hablamos de Victor Quiroga hablamos del ser argentino, del norte, del campesino, del gaucho, del color vivo y saturado, de la expresividad de sus paisajes y sus personajes, de sus animales típicos y algo míticos, de sus leyendas y creencias.
Sus personajes, centros de sus historias y relatos, son personajes humildes, trabajadores, tenaces, devotos, a veces creyentes a veces supersticiosos. Cada una de sus escenas hablan por sí solas y un solo cuadro puede contar toda una historia gracias a su capacidad expresiva y simbólica. Escenas con movimiento, detalles y simbolismo que nos transportan a una realidad típica del norte argentino, pero sobre todo típicamente tucumana. Fuerte creyente, sus cuadros, realistas, mantenían subyacentes muchas cuestiones implícitas que lejos de ese realismo también dirigían al espectador a una vida en el más allá. Leyendas autóctonas, mágicas, supersticiones, como en la historia de Aurelio Cisneros, aquel hombre que se convertía en tigre por las noches. (“Aurelio Cisneros, el tigriso” – 2004),
Y fue su técnica y ese realismo tan bien logrado, lo que permitió ese Inter juego entre realidad y fantasía. Su colores, fuertes y saturados, daban más fuerza a sus animales y personajes. Su pincelada ágil y a veces empastada casi que les daba cierta corporeidad. Mediante el uso de la luz, las luces y sombras logró ir dando protagonismo a determinadas figuras y a la vez dejar un campo latente de muchas cuestiones no dichas pero implícitas.
Victor Quiroga fue un gran pintor argentino, representante de nuestras costumbres y nuestro folklore norteño. Nació un 1 de enero de 1955 en Tucumán. Dueño de una niñez sencilla, su introducción al arte fue paulatina, gracias a lo que podía aprender, de reojo, a través de artistas de su zona. Realizó sus estudios en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán. A sus 22 años recibió una beca para continuar su formación en Italia y en 1986 viajó a Francia, nuevamente becado. Permaneció allí más de 8 años. A lo largo de su carrera artística participó en más de 80 exposiciones a lo largo de todo el mundo: su casa, la Argentina y también Italia, España, Francia, Alemania, Suiza, etc…
Entre sus obras profundas, vividas, costumbristas y de azules y verdes vibrantes se encuentran: “La zamba del quirquincho” (2003), “La Eulogia y sus hijos” (2004), “Pelando sombras” (2006), “Zafreros de la Tipa” (2006), “De cuando me fui al gran silencio” (2006), entre tantas otras. Murió recientemente, a los 66 años, en su querida provincia de Tucumán.