Una obra que busca plasmar la voz

Retrato de una mujer cantando sobre un escenario, vestida con un elegante vestido rosa pálido, con flores caídas a sus pies.
Weda Cook retratada por Thomas Eakins en un intento por capturar, con pinceladas, el poder de su voz lírica. Óleo sobre lienzo, 1882.

La pintura a perseguido varios objetivos a lo largo de los años, las décadas y los siglos. Desde inmortalizar próceres, representar escenas religiosas, comprender a los dioses griegos o conquistar corazones. Incluso algunos cuadros pretendieron evangelizar pueblos y otros agradar a los dioses. Pero pocas veces una obra de arte buscó capturar una voz. Bueno, “La cantante de conciertos” es una obra que buscó hacerlo y sin duda lo logró. Es por eso que vale la pena detenernos un instante en ella, su historia, su protagonista y también, sin lugar a dudas, quien fuera su autor, el pintor norte americano Thomas Eakins. 

Thomas Eakins

Thomas Eakins fue un pintor norteamericano nacido en Filadelfia en el año 1844. Pudo formarse en arte fácilmente y una vez de joven viajó por toda Europa para empaparse de todas las tendencias artísticas en boga en el momento. Al volver a su país se convirtió en un prestigioso artista y profesor, hasta que un escándalo con sus alumnos arruinó su reputación y lo dejó al margen de los círculos sociales del arte. Esto no impidió que Thomas Eakins siguiera pintando. Fue en esos años más oscuros de su vida que tuvo la oportunidad de conocer a quien era considerada una de las más grandes voces líricas de todos los tiempos, Weda Cook. En el año 1879 tiene la posibilidad de asistir a un concierto donde queda, como todos, fascinados con su voz. Cautivado por esta mujer y gracias a su espíritu persistente, Thomas Eakins logra convencer a la cantante de ser retratada en su estudio privado. 

La cantante de conciertos

Weda Cook es la protagonista de esta obra de arte. Se trata de un óleo sobre lienzo que se encuentra preservado en el Museo de Filadelfia y fue finalizado en 3 años, saliendo a la luz en el año 1882. Luego de insistir fuertemente, Eakins convence a Cook de asistir a su atelier, en el cual posa durante tres años, todas las semanas mientras cantaba una y otra vez. Él quería captar su voz y lo que ella generaba en el tiempo y el espacio al cantar. Y lo logró. En esta obra se la observa a Weda Cook elegantemente vestida con un gran vestido rosa pálido. Su pelo recogido y su cuello al descubierto. Se encuentra en un escenario concentrada mirando hacia adelante mientras canta y por debajo de ella unas flores que cayeron. Son del público embelesado por su voz.