Una artista sueca que nos cuenta sobre la crianza de finales del siglo XIX

Fanny Brate fue una pintora y mecenas de arte sueca que vivió entre finales de siglo XIX y principios del siglo XX. Madre de muchos hijos supo plasmar con su pluma, realista, sensible y aguda, decenas de escenas de la vida cotidiana de la alta burguesía de su país. Sus cuadros saben combinar salones, estética, puntillas, detalles y la inocencia y la frescura de una etapa muy particular de la vida de una familia, la etapa de los niños pequeños. Con esa sencillez y esa pericia, Fanny Brate se convirtió en una gran artista de su épica, dejando tras de sí obras como “Escondidas”, “Tras la ventana ” y “Un día de celebración”.
Fanny Brate
Fanny Brate se llamaba en realidad, nació en Estocolmo en el año 1862. Desde joven se formó en bellas artes, se casó y tuvo cuatro niñas. Antes de casarse dedicó mucho tiempo al arte, motivo por el cual al hacerlo ya era ampliamente conocida. Con su nueva vida de casada y sus cuatro niñas pequeñas una chispa se encendió en ella y descubrió que, lejos del crecimiento de las ciudades, el empleo, los teatros y toda la riquezas y promesas de las ciudades, para ella lo más valioso estaba en el interior de su casa. Así fue como empezó a pintar lindísimas escenas de sus hijas y su vida cotidiana. Escenas que no dejan de tener un valor histórico importantísimo ya que cuentan cómo vivían las familias en aquella época.
Escondidas
Si hay una obra que demuestra a la perfección el estilo de Fanny Brate es “escondidas”. Se trata de un óleo sobre lienzo de un estilo realista que muestra a dos de sus hijas. En esta escena se observa una encrucijada entre dos pasillos de su casa. Por un lado, se ve en un primer plano a la niña mayor escondida y cómo esta alerta pues sabe que su hermanita más pequeña está acercándose. Por el otro pasillo se ve efectivamente a aquella niña quien busca encontrar a su hermana mayor. Este cuadro es una oportunidad para reparar en la arquitectura de la caza, el mobiliario y la fina ropa de las niñas que juegan. Pero, por sobre todas las cosas, es una obra para deleitarse sobre la magia de ese momento entre hermanas, la inocencia de las niñas y el juego en la infancia.
Una escena única que solo una madre experta y sensible puede captar de la manera en la que lo hizo Fanny Brate.