Quien ha estudiado historia del arte e historia del arte universal escultórica no puede omitir estudiar en profundidad esta escultura. Por su particularidad, por su antigüedad y por su trasfondo cultural esta escultura es merecedora de una atención especial y del detenimiento necesario para analizar sus singularidades.
Esta escultura, perteneciente a la dinastía 4 fue realizada en el año 4600 a.C. en Egipto. Es una estatua que representa a un escriba sentado, en caliza pintada, con el detalle de los ojos incrustados en cobre y cristal. Su tamaño ronda los 54 cm de alto
La civilización egipcia fue muy rica culturalmente y fue recién en el siglo XIX se comenzó a conocer más de este arte y civilización gracias a la campaña de expedición napoleónica en 1798. Años más tarde a estas, cuando se logran descifrar los jeroglíficos, se genera un gran acercamiento a esta cultura a raíz de todo lo que se puede descifrar. Así con la apertura de las pirámides y sarcófagos se fueron encontrando objetos y escrituras que permitieron ir conociendo la riqueza de esta cultura. Una civilización compleja y rica para la cual el arte había sido un aspecto fundamental de sus vidas.
El culto de preservación de los muertos para su vida en el más allá hizo que, entre otras costumbres ya conocidas, los reyes fueran momificados con sus objetos, dibujos, objetos personales, papiros… El clima desértico y la poca luz favorecieron su preservación.
Fue durante la dinastía 4 en la que se construyó la pirámide de Saqqara, en la cual se encontró la escultura del escriba, y también la de Guiza. Se trata de una estatua de gran realismo. De él se sabe que fue hijo de escriba y que vivió en la antigua capital egipcia, Menfis. El escriba como tal, era en la sociedad el único que podía leer y escribir, por lo cual todos los acontecimientos, celebraciones, comercio, pasaban por él. Este en particular, fue en la escuela donde aprendió a escribir y ya graduado comenzó a hacerlo sobre papiro con caña tallada y tinta hecha de pigmentos naturales. Su importancia radica en que, gracias a él se sabe tanto de esta civilización gracias a su esfuerzo, sabiduría y papiros.
Esta obra es hoy conservada en el museo del Louvre de Paris, en donde forma parte de la colección permanente de Egipto que este museo expone hace ya años.