Germaine Richier (1902 – 1959) fue una artista de nacionalidad francesa que se dedicó a la escultura a lo largo de su corta vida. Su estilo era mas bien moderno y despojado y se caracterizó por representar por medio de la deformidad de la materia y la forma lo esencial de lo humano y el sufrimiento.
A su vez, la iglesia de Notre-Dame de Toute Grâce du Plateau d’Assy data de los años 30, fue construida como un lugar sencillo con el objetivo de ser un lugar de culto para los enfermos por encargo del obispo a Maurice Novarina, quien fue un arquitecto celebrado por su estilo moderno de arte sacro católico. Esta bella iglesia en su forma, sus colores y su estilo es un ejemplo de ello. Ubicada sobre una roca en medio de un paisaje montañoso esta iglesia fue enriquecida con el paso del tiempo, desde sus vitrales hasta la cantidad de obras artísticas que diez años más tarde la fueron poblando. Obras más modernas del arte sagrado provenientes de numerosos artistas como Matisse, Chagall, Braque, entre otros…
Una de las cuestiones más emblemática que enriquecen esta iglesia es el Cristo de Richier. Esta obra data del año 1949, por encargo de obispo de aquel entonces. En ese tiempo la iglesia de Assy se había vuelto famosa por ser un centro de culto y de arte y Germain Richier fue convocada para hacer el Cristo. No obstante, no ha de olvidarse que era una época en la que la imagen de los campos de concentración estaba muy fresca y presente en la memoria social, el dolor y el sufrimiento humano y la imagen de las personas sufrientes, delgadas y a la deriva.
Con lo cual, en conjugación con este último punto, se encuentra un estilo artístico de Germaine Richier en donde las figuras solían representarse deformadas. Rostros sin formas, como derretidos al calor, sufrientes, desgarrados. ¿Puede la forma representar de esta manera el sufrimiento humano? ¿Puede representar este dolor el dolor del cristo crucificado? El dolor de Cristo es el dolor del hombre y el dolor del hombre es el dolor de Cristo.
Es por eso que, en esta imagen tan moderna, controversial y alejada de los cánones típicos de clasicismo romano, Germaine Richier logra representar un concepto muy profundo del arte y la religión. Se trata de un cristo de bronce, alargado, sin crucifijo y con el rostro deformado, expresando una gran angustia. Es conocido el debate que suscitó esta obra, fue tan criticada que por unos años fue levantada. Levantamiento al que se opuso mucha gente, y que luego del Concilio vaticano segundo en los años sesenta, en el que se amplió la visión de qué es el arte sacro, es que esta volvió a su lugar.