Hay un artista, un gran artista, que quizás no resuene tanto como otros nombres, pero cuya obra ha tenido su gran aceptación mundial. Sus cuadros son de un simbolismo y belleza muy particular y enfrenta al espectador con temas tan importantes como la vida, la muerte, la esperanza, la religión y la vida en el más allá.
A través de escenas despojadas y sencillas, de paisajes imponentes, mares, altas cumbres, acantilados, desiertos, mares, cielos, etc… Caspar David Friedrich ha sabido enfrentarnos a las preguntas más esenciales de la vida, de la misma manera que lo hace el hombre representado en “El caminante sobre el mar de nubes” (en alemán, Der Wanderer über dem Nebelmeer). “El caminante sobre el mar de nubes” es una original pintura de este artista romántico que pone en primer lugar al hombre en su relación con la naturaleza. Este óleo sobre tela fue pintado en el año 1818 y se encuentra hoy en el museo de arte en Kunsthalle de Hamburgo (Alemania).
En esta escena se representa a un viajero, quien sería el mismo artista, de pie en lo alto de una montaña, representado de espaldas mirando a un mar de nubes por debajo. Este hombre, este presunto caminante o viajero, vestido de negro, apoyado en su bastón con una pierna por delante y otra por detrás. Esta escena de altura, de inmensidad de cielo y de nubes, de una cadena montañosa de fondo, vienen a simbolizar muchos temas.
En este paisaje típicamente suizo, la sensación de paz, de soledad y de aislamiento es fuerte. Pero también lo es la sensación de dominancia que representa el caminante con su bastón, como aquel que llega, que logra que conquista. También como aquel que contempla y se encuentra de frente con su propia finitud y también con la inmensidad de Dios representada por es. Y la naturaleza serviría de proyección a los sentimientos del espectador. El caminante simbolizaría, en fin, al ser humano que concibe su vida terrena como un preludio a la vida eterna. En una postura de dominancia y a la vez de admiración por lo que viene. Las rocas entre las montañas simbolizarían la fe del ser humano en Dios, mientras que las montañas del fondo representan la vida eterna futura en el Paraíso. El mar de nubes ese interpreta como la divinidad y el ser humano estaría entre la naturaleza (la montaña) y Dios (el mar de nubes).
En su gama típicamente cromática, fría, de negros, marrones y grises sumados a los cálidos en primer plano, este artista logra en este cuadro lo que se conoce con el nombre de “perspectiva romántica”.
Utiliza una gama cromática más bien fría: negro de la figura central, marrón oscuro en las rocas y el gris y el blanco de la niebla y el cielo. Los únicos colores cálidos aparecen en el primer plano. De esta manera, con colores más cálidos en primer plano y predominantemente fríos en el fondo, logra una perspectiva cromática.
La obra de Caspar David Friedrich ha sido considerada como una de las obras más importantes y representativas del Romanticismo.