Cándido López, el pintor argentino que logró el reconocimiento por sus retratos de guerra fue una pieza clave a la hora de retratar y documentar momentos de la historia de nuestro país que no hubieran podido permanecer en nuestro legado histórico, de tal manera, sino hubiera sido por él.
Nacido en Buenos Aires en el año 1840, Cándido López se formó inicialmente en el Daguerrotipo. Tal era la minucia que necesitaba desempeñar para tal fin, que paulatinamente prefirió trasladarse a su gran vocación: la pintura. No obstante, trabajó mucho tiempo como retratista, y en sus inicios profesionales recorrió gran parte de la provincia tomando fotografías y retratos.
Pero con el paso del tiempo, y ya instalado en San Nicolas de los Arroyos, la pintura comenzó a tomar la mayor cantidad de su tiempo e interés. Amante de la naturaleza y el detalle, si bien en sus pinturas se encuentran naturalezas muertas y bodegones, el fuerte de su obra fueron las pinturas de guerra.
Quizás el motivo se deba a que, en el año 1864, cuando estalla la Guerra de la Triple Alianza, más conocida como la Guerra del Paraguay, Cándido Lopez se alista como soldado y participa así de varias batallas entre los años 1864 y 1870.
Ahí surge su gran obra. Desde Buenos Aires cualquier información que proviniera de la guerra era bienvenida. Su batallón participo de los combates de Paso de la Patria de Itapirú y fue cuando no se encontraban en situación ofensiva que Cándido López se convirtió en el pintor de las batallas.
Allí su pintura fue clave y retrató absolutamente todo. Escenas de guerra, de ataque, de defensa, campamentos, soldados, etc.…El paisaje, en sus grandes cuadros horizontales son protagónicos. El paisaje con sus minuciosos detalles y sus inabarcables cielos se vuelve un marco perfecto para enmarcar las múltiples escenas y batallas que él intentaba retratar lo más objetiva y neutralmente. La pequeñez de la humanidad vista por los ojos de Cándido López queda plasmada en diminutos hombrecitos que quedan ínfimos al lado de semejante naturaleza que envuelve estas escenas de modo neutro y distante. Como si fueran dos caminos o realidades paralelas.
La pintura de Cándido López se enmarca en el género “Naif”. El intentó brindar un relato de la guerra que debió presenciar, pero manteniéndose completamente neutral. Un detalle muy particular es que sus pinturas es que, si bien tienen un alto nivel de detalle, en las escenas, la naturaleza y los uniformes de los hombres, las figuras humanas no tienen rostro, no tienen ojos, no tienen boca, casi como si fueran muñecos de una escena en un punto dantesca.
Este pintor, que en batalla pierde su mano derecha, muere en la pobreza, en el año 1904, pero sin dejar de pintar jamás. Aun con su mano izquierda realizó a pedido de Bartolomé Mitre, ya posteriormente a la guerra, muchísimos cuadros, entre tantos de ellos: “Vista interior de Curuzú mirado de aguas arriba”, “Trinchera de Curupaytí”, “Marcha del Ejército Argentino a tomar posición para el ataque de Curupaytí”.
En sus cuadros, el cielo, la tierra y entre medio el hombre en plena batalla.