En el año 1505 el Papa Julio II le encargó al famoso artista de la época, Miguel Ángel, la realización de la escultura de Moisés para ser ubicada en su tumba. Hoy esta magnífica y colosal escultura se encuentra en el Museo de San Pedro Invincoli en Roma. Miguel Ángel comenzó el trabajo de esta colosal escultura ocho años más tarde y la finalizó en el año 1836.

La escultura, realizada en mármol de blanco de carrara, retrata al momento en el que, según el libro del Éxodo, Moisés baja del monte Sinaí con la tabla de los diez mandamientos aferrada entre sus manos. Es en aquel momento, en el que se encuentra con los israelíes quienes estaban venerando al becerro de oro. Este es otro gran pasaje de la biblia y al pasaje que hace referencia a este Moisés.

En la representación que se hace de Moisés, Miguel Ángel lo retrata sentado, en una especie de silla o banca. Él lo observa pacífico, sereno pero muy firme y serio. Impone respeto y sabiduría. En sus manos se encuentran las tablas de los diez mandamientos, el resumen y los aspectos más fundantes de la Ley divina. A su vez, Moisés es representado con dos cuernos que salen de su cabeza. Lejos de cualquier interpretación y simbolismo, la realidad es que era muy usual que los personajes bíblicos se representaran de tal manera. Esta escultura posee un alto considerable, mide 2 metros 34 cm. Moisés se encuentra mirando al costado, con la mano doblada y una rodilla levemente subida. Su rostro serio, majestuoso parece pensando y reflexionando sobre la importancia de lo que lleva sobre sus espaldas.

Miguel Ángel (1475-1564), representó fielmente a Moisés. Detallando cada musculo, cada vena, cada pliegue de su ropa y de su pelo. Parece como si la escultura estuviera dividida en dos partes. La parte derecha de Moisés sería la más cercana a Dios. Sería el aspecto más sabio y espiritual de él mismo en esta situación. El lado izquierdo, sobre todo por la posición del brazo, nos hace pensar en que es el aspecto más ligado a la confrontación y la amenaza. Todo en esta escultura es energía y tensión subyacente. Una tensión que no puede ser liberada por la investidura que representa, pero se nota en cada facción de la misma.