Hay una esquina muy particular en la ciudad de Buenos Aires. Ella representa el punto intermedio entre el momento de esplendor de la Argentina y la actual decadencia que se transita desde muchos planos en el país. Se trata del cruce que está entre la Avenida Figueroa Alcorta y la calle Tagle. Una coqueta zona residencial de Buenos Aires, pero es no lo es todo. Para los transeúntes que circulan por Figueroa Alcorta mano a zona norte es posible ver, a simple vista mirando un poco hacia lo alto, un gran mural. El emblemático Carlos Gardel del artista Carlos Paez Vilaró.
Con un aire colorido y jovial esta gran obra de Paez Vilaró resiste al paso de los años como puede. Fue en al año 89 que expertos lograron ubicar esta obra de este artista uruguayo en el lugar que hoy está. Por su lado, Paez Vilaró amante de la argentinidad y con el corazón y algunos hijos puestos de este lado del charco, representó en este cuadro una síntesis de la argentinidad. Carlos Gardel a la cabeza. Sonriente, elegante, con su sombrero y corbatín típico transformado en el obelisco. Rodeado por las usinas que lo hicieron crecer, el hipódromo y dos caballos de carrera dirigiéndose a Gardel, Maradona con la pelota, un canillita símbolo del porteñísimo, un gran barco y los edificios de la ciudad. Un gran sol al estilo Paéz Vilaró y una sensación que brinda este cuadro que es un tributo y un agradecimiento de su autor por todo lo que este país le dio.
En la obra hay límites claros, contornos definidos de azules, celestes, blancos y amarillos. Colores muy argentinos que se entremezclan con algo de colorado y también de negro. Hacia la derecha, arriba, la firma bien clara de Carlos Paez Vilaró y el año de su realización, 1989.
Carlos Paez Vilaró, fue un gran artista uruguayo que vivió entre los años 1923 y 2016. Su obra es grande y variada. Polifacético y curioso fue pensador, escritor, director, pintor, muralista, ceramista y grabador entre otras cosas. En la argentina dejó otros legados y murales y su obra es tan característica de él que es no difícil distinguirla. Su conexión a la Argentina tiene que ver con su cercanía, con los años que vivió acá y se formó. Con lo cual, este mural es de una gran valor histórico y cultural para Buenos Aires y el país. Ojalá que alguna otra obra maestra de algún restaurador pueda revertir lo que el paso del tiempo y el descuido hicieron con su estado y preservación.