Hubo tres grandes e inspiradoras mujeres que se hicieron su lugar y reconocimiento en el mundo del arte del siglo XX, pero por sobre todo en un movimiento muy particular como fue el impresionismo. Movimiento con cánones bien definidos y custodiados por sus impulsores, con lo cual su tarea fue aún más difícil. Estas tres grandes artistas, cada una con su estilo y sus propios temas de preferencia fueron: Mary Cassatt, Berthe Morisot y Marie Bracquemond. 

Estas tres mujeres se abrieron paso en un círculo muy cerrado como el del arte parisino, siendo abanderadas de uno de los movimientos más revolucionarios de la pintura.

Berthe Marie Pauline Morisot, nació y vivió en París entre los años 18411895. Fue una de las primeras fundadoras del impresionismo, que supo ser esposa, madre y artista y logró imponer su estilo. De pinceladas quebradas, esta pintora retrataba a los suyos, a su entorno y lo que sucedía en su vida cotidiana. Temas sencillos y agradables a la vez, parte de la vida y de su vida de todos los días que eran plasmados con una naturalidad y destrezas remarcables. Infinidad de pinturas, dentro de las cuales zona a destacar: “Madame Pontillon y su hija Jeanne en un sofá” (1871), “Chica en un banco” (1872), “El juego del escondite” (1872), “La cuna”, “La lectura (Edma leyendo)” (1873), “En la playa de Petites-Dalles” (1873), entre otras.

Detenerse en alguna de sus obras es hacer un recorte de la vida en París en esos años. Como, por ejemplo, en “Mujer y niña en el balcón” (1872), una escena parisina típica, una madre con su pequeña hija, asomándose por un balcón. Una escena sencilla, íntima y cargada de connotaciones positivas. Una escena de la vida cotidiana, con la vestimenta de la época y el fiel retrato de la vida burguesa. Así otro ejemplo, como el de “Julie y su galgo” (1893), en este caso una escena más de interior, más intima aun, retratada por esta artista con una naturalidad única.

Y es que ella, al igual que las otras dos mujeres del impresionismo tuvieron como punto en común el saber tomar la técnica impresionista y llevarlos a planos naturales, cotidianos, verdaderos y típicamente humanos. Ellas como pocas supieron destacarse por su técnica y destreza, pero también por llevar a la luz temas tan personales, femeninos y humanos como son la vida cotidiana, la vida en familia, la maternidad y otros tantos.