En Wilfredo Lam lo antiguo y lo nuevo se conjugan armoniosamente. Lo más primitivo de las culturas afroamericanas, su ritmo, su cultura y sus ritos se sintetiza armónicamente en un arte moderno, abstracto y lineal. Como mundos tan opuestos coinciden es obra de este experto artista. Wilfredo Lam nació en Cuba en el año 1902 y murió en París en el año 1982. Es decir, vivió gran parte del siglo XX. Este hecho y su espíritu explorador lo convirtieron en un gran surrealista pero también en una aclamado pintor moderno. Su obra se caracteriza por una impronta surrealista y moderan, con un alto nivel de simbolismo y utilización de imágenes simbólicas, indígenas y primitivas. Hijo de un padre chino y una madre española, recibió un bagaje abierto y variado que se representan en su arte. Único, original, alegre y vanguardista, hablar de un Lam es hablar de los más vanguardista del arte en estos últimos tiempos.

Hoy sus obras se encuentran en Cuba y en diversos museos del mundo. Se hacen muestras constantemente revalorizando su obra, y sus pinturas han sido vendidas por valores exorbitantes. Obras como “La jungla”, “Flores”, “Cuerpo y tiempo”, “Al final de la noche”, variadas y muchas, pero siempre con el factor común del sincretismo.

En esta última, como en las otras, dos cuestiones se contraponen. Por lo general un fondo oscuro, pleno que parece único. Si el ojo del observador se detiene se observa que existe en ese fondo un leve matiz y lejos de ser un plano son dos, por lo general insinuando alguna figura geométrica e indígena. Sobre ese fondo de gran carácter se despliegan las figuras, surrealista, expresivas, vanguardistas, rítmicas, antropomórficas o humanas. Figuras, rostros, ojos, líneas, geométricas y símbolos se conjugan en patrones indígenas de gran color y expresividad. 

Mucho de lo afro caribeño se percibe en sus obras y este eclecticismo es lo que más ha cautivado al público y coleccionistas en general. Tal como fue mencionado, sus obras han sido valuadas por altas sumas y cabe recordar que su obra “Ídolo” fue vendida ni más ni menos por 4 millones de dólares. Wilfredo Lam murió en París y fue galardonado por numerosos premios, como el Guggenheim International Award y otros reconocimientos mundiales y ha participado de gran cantidad de muestras en vida. Sus obras se encuentran en diversos museos como el Museo de Arte Moderno de Estocolmo y el Palacio de Bellas Artes de Bruselas. Un arte que proviene de las raíces más profundas afrocubanas y que de la mano de la modernidad llegó a todo el mundo.