Pocos artistas pueden pintar una pintura con tanta fuerza, oscuridad, tragedia y morbo como lo hacía el célebre artista español Francisco de Goya. El cuadro de “Saturno devorando a su hijo” es una obra que pertenece a su conocida serie de pinturas negras.

Inicialmente esta obra se encontraba en la Quinta del Sordo, lugar que fue la casa de Goya. Esta obra junto a otras se encontraba allí hasta que finalmente formaron parte de la obra permanente del Museo de Prado en Madrid desde el año 1889. 

En este óleo se encuentra el dios Saturno quien también es conocido con el nombre de Chronos. Chronos es entendido en la mitología griega como el Dios del tiempo quien se creía devoraba a los hijos de su esposa “Rea” ya que temía que ellos fueran a ocupar su lugar de poder.

Como todas las pinturas de esta serie negra, y bien características de Francisco de Goya, esta obra es sangrienta, oscura, tétrica e impactante. Saturno con cara de desorbitado, como si fuera una fiera enajenada, desorbitada y fuera de control. Sus ojos abiertos, su pelo banco, largo y despeinado, su cuerpo desnudo y flaco. Su rostro sucio y cubierto de sangre roja, bien roja que chorrea. 

A la vez, un cuerpo diminuto y blanquecino sin cabeza se encuentra entre sus manos. Todo en esta escena es terrorífico. Son colores oscuros, repletos de sombras, casi monocromático sino fuera por el rojo de la sangre contrastante. Saturno en primer plano como iluminado.

Alrededor de esta obra existen multiplicidad de versiones, hasta el mismo Sigmund Freud se animó a hacer su propio análisis. Pero lo cierto es que el tema de la obra nos habla simplemente de un enorme deseo, consciente o no, de destrucción, de ambivalencia, de furia y de sentimientos poco consientes muy poco organizados. Sea como fue, esta obra imprime carácter, y más allá de su doloroso tema, es valedera de ser comentada.