Paul Klee, el pintor de la abstracción y el color. Una obra única si las hay, original, colorida, en parte figurativa y en parte abstracta. Este pintor alemán nació en Suiza en el año​ 1879, y fue conocido mundialmente como surrealista, expresionista y referente de la pintura abstracta a la vez.  Desde su cosmovisión, este revolucionario artista pensaba y defendía firmemente que la abstracción era la herramienta para descubrir mundos paralelos al nuestro que, de otra forma, se encontraban escondidos, ocultos e inaccesibles. La Realidad para él era solo una capa sobre la cual subyacían miles de otras. La pintura abstracta permitía develarlas. “Un pintor no debe pintar lo que ve, sino lo que se verá”, explicaba.

Así, para Klee la pintura no era una evasión, sino una herramienta que veía más allá, aventurera y visionaria. Una herramienta que exploraba otros submundos y permitía al artista, y a quien se animara, a descubrir otra manera de percibir las cosas. 

Más allá de la abstracción, nota definitoria en su obra, otras cuestiones la definían: el movimiento y la naturaleza. Y si bien estos dos ítems parecen contrapuestos al mundo abstracto, logró conjugarlos e integrarlos en su obra con la evolución de su persona y el correr de los años. 

Paul Klee sostenía, a su vez, que la naturaleza que nos rodea era el puntapié inicial sobre el cual basar las obras artísticas, y que así solo de esta manera podríamos acabar creando formas propias. Y así conjugando abstracción, movimiento y naturaleza este artista logró desarrollar una obra única. Hubo otro aspecto técnico central en su obra: el color. Imposible creer, viendo como fue evolucionando, que en sus comienzos este artista no lo utilizaba, a pesar de ser tan amante de la naturaleza. El desarrollo y uso del color fue un crecimiento muy gradual en su vida artística, que supo dominar al final con tanto talento que terminó enseñando teoría del color en la Escuela de la Bauhaus. 

Y en esa mezcla de abstracción, naturaleza, movimiento y un uso increíble del color se despliega la magnifica obra de este artista. Imposible no destacar algunas de sus obras, originales, coloridas, estéticas, simbólicas, complejas y sencillas a la vez. “Ángel pobre” (1939), “Teoría del arte moderno” (1879-1940), “Me llamo Paul, Paul Klee” (1940), “Muerte y fuego” (1940), “El mensajero del otoño” (1922) “El gato y el pájaro” (1928), “La casa giratoria” (1921). Con estilo único este pintor suizo dejó un legado vaste de una obra que lo definió tal como era y lo llevó a la fama como uno de los artistas abstractos más conocidos de todos los tiempos.