Esta obra de Pablo Picasso fue, sin lugar a duda, la iniciadora de su etapa cubista, pero por, sobre todo, la primero obra del arte moderno.  Al observarla, sin mucho detenimiento incluso, es fácil deducir el impacto que tuvo en sus primeras presentaciones, e incluso críticas. Sólo sus más allegados, el propio Picasso y algunos visionarios, supieron ver, desde el comienzo, lo que esta gran obra vislumbraba desde el vamos un nuevo rumbo en la pintura.

Como todas las obras de Picasso no tuvo título hasta pasado un tiempo, y surgió, en el año, 1907, luego de que este artista realizara varios bosquejos hasta llegar a su versión final. Cinco mujeres que muestran una marcada influencia del arte africano y el movimiento cubista que se avecinaba. 

Se trata de un óleo sobre lienzo de grandes dimensiones que fue pintado en el año 1907 y que se encuentra hoy en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Ocres, azules, blancos y rojos y todos sus matices colman esta obra maestra, y compensan la casi total ausencia de luces y sombras. Cinco mujeres fragmentadas y una cortina que las divide en tres partes y que las enmarca a la vez. Las dos mujeres del centro, que se retratan de una tonalidad más clara, tienen sus brazos por detrás de la cabeza. Por su actitud, relajada y tranquila, parecieran estar recostadas, si bien por la perspectiva con la que fueron pintadas da la sensación de que estuvieran paradas, observándonos desde más arriba. Pero más llaman la atención, y he aquí el cambio radical del artista, las otras tres figuras. En los laterales, descompuestas, fragmentadas, con una total asimetría entre sus cuerpos y sus cabezas. Pareciera estar frente a máscaras africanas. La figura que se encuentra agachada está retratada y ubicada de forma tal que permite que el observador la aprecie desde dos puntos de vista distintos: espalda y frente. Y a la izquierda una figura que permanece sola, cuyo parecido se acerca más al arte ibérico que al africano. 

 Estos detalles que hacen a la peculiaridad de la obra resultarían luego premisas básicas y características del arte cubista, por tal motivo esta obra guarda una importancia artística y también histórica de gran importancia. Aquí Pablo Picasso enseña a la humanidad, por primera vez, que una imagen puede ser representada desde diferentes puntos de vista, desde diferentes perspectivas, y aun así mantener su coherencia y su fuerza. Las señoritas de Aviñón es el primer antecedente de esta ruptura.