Mark Rothko el famoso pintor y grabador ruso, nació en letonia en el año 1903 y murió en Nueva York en 1970. Lo cierto es que este particular artista vivió la mayor parte de su vida en Estados Unidos, luego de que su familia decidiera dejar Rusia cuando él tenía tan sólo diez años. De familia judía emigrante a estados unidos su padre era farmacéutico con un alto nivel de formación artístico y cultural.

Sus obras son catalogadas como parte del expresionismo abstracto, son únicas en su estilo y reconocidas mundialmente. Su obra empezó a temprana edad prácticamente de manera autodidacta en Nueva York.

Sus primeros pasos fueron de la mano de la pintura surrealista, estilo con el que se identificó durante un par de años hasta que en el año 1947 ​comenzó a pintar grandes cuadros con capas finas de color. Con el paso de los años, la mayoría de sus composiciones tomaron la forma de dos rectángulos, a veces colorido y otros no tanto, confrontados con bordes desdibujados.

Este cambio de estilo tuvo que ver con un viaje a Italia, cuando sobre todo descubrió la pintura de Frangélico y sus obras destinadas a un solo espectador, en su caso el monje de la habitación. Fue allí donde Rothko terminó de entender a sus cuadros como una experiencia única e intima de cada espectador. 

El objetivo de Rothko era hacer parte al espectador de esta experiencia que él consideraba mística dándole un sentido religioso a la pintura.

Al final de su vida sus cuadros son de tonalidades oscuras, con abundancia de marrones, violetas, granates y, sobre todo, negros.

Uno de sus mayores reconocimientos vino de la mando con la Capilla Rothko en Huston, que le fue encargada por la familia De Menil y fue destinado como un espacio de oración donde catorce cuadros rodean un espacio octogonal dedicado a la meditación.

En el caso del cuadro N° 13 este fue realizado en el año 1958, es un óleo y acrílico con polvos sobre un lienzo que tiene un tamaño grande, de 2.42 cm X 2.06 y esta en el Metropolitan Museum de Nueva York.

Es un expresionismo abstracto, estilo que expresa sin relación a lo figurativo, figuras humanas, naturales u objetos. Hay dos bloques, uno cuadro y otro rojo sobre un fondo amarillo.

De diseño sencillo, pero ejecución compleja utilizando variedad de elementos y pinceles. Si bien el diseño es de una sencillez plena, aun así posee cantidad de detalles. Rothko ponía especial interés en como cada color se conectaba con el otro.

En este cuadro utiliza colores alegres. Sus cuadros fascinan por cuestiones particulares, ya que son cuadros que no cuentan nada. Pero su forma tiene la capacidad de hacernos entrar en nosotros mismo. El cuadro refleja lo que uno básicamente proyecta desde su interior.

Nos deja la mente libre. En ellos no hay drama, una historia o mensaje. Hay una libertad infinita para que cada uno sienta algo diferente al sentarse frente a sus cuadros. Aportan serenidad, silencio y nos permiten reflexionar son necesidad de hablar.