Ama la paz, odia la guerra

 

Luis Quintanilla fue una figura fundamental para el arte español. Fue un gran dibujante y pintor y también supo completar su obra con una maravillosa poesía. Reconocido e influyente, el gobierno español le fue encargando diferentes obras entre ellas la emblemática serie de pinturas Ama la paz, odia la guerra que buscaba concientizar sobre los dramas sufridos por el pueblo español durante la guerra civil española.

Este artista nació en Santander, España en el año 1893 y fue una figura clave del arte español. Aparte de pintor, grabador y muralista fue poeta.

Ama la paz, odia la guerra

Ama la paz y odia la guerra son unos frescos que Luis Quintanilla realizó alrededor del año 1939 por encargo del gobierno español en el marco de la feria de Nueva York. Pero con la caída del gobierno republicano, Luis Quintanilla decidió esconder esta serie de pinturas hasta que fueron encontradas cincuenta años más tarde.

Muchos conocen esta obra con el nombre del otro Guernica. Ambas obras justamente están emparentadas porque su objetivo principal es retratar los dramas que se  sufrieron durante la guerra civil española. Dramas como el hambre, la muerte, la violencia, la soledad y el desamparo. Obras que apuntan a movilizar al espectador a concientizar a la humanidad sobre lo sufrido por el pueblo español. 

En esta serie de frescos, Quintanilla retrata escenas de hombres, mujeres y niños. Algunos muertos, algunos heridos, algunos con los ojos vendados. Escenas en colores tenues y pastel, con mucha luz que reflejan diferentes aspectos de la condición humana.

La mujer del mar

La mujer del mar es un óleo que Luis Quintanilla realizó en el año 1963, época en la que su obra estaba profundamente consolidada. En esta pintura Quintanilla representa a una mujer de frente y de cerca que se encuentra mirando hacia arriba. Quintanilla logra que la expresión y el color hagan una dupla perfecta en esta obra. El azul, el amarillo, el blanco, el verde y el rojo de fondo se conjugan armónicamente dando como resultado una obra con gran presencia y a la vez sutil. Los colores, si bien puros, están levemente difuminados, lo que hace a la obra más armónica. Por las vestimentas parece que estuviéramos frente a una mujer pescadora o recolectora, con las típicas vestimentas y con un pañuelo en la cabeza. El color de sus ojos hace sospechar que quizás sea ciega.