Victoria Ocampo fue una escritora, ensayista, editora e intelectual de principios del siglo XX a la que se le atribuye haber roto las barreras que ubicaban a las mujeres de su época en un papel de sumisión y pasividad.  Siendo poseedora de una excelente formación académica y una mente sagaz, Victoria Ocampo supo ubicarse en el circulo intelectual de su época y volverse una mujer a la delantera, influyente y humanitaria.

Victoria Ocampo, nació en Buenos Aires un 7 de abril de 1890 y murió en Beccar, en su casa “Villa Ocampo”, un 27 de enero de 1979 a raíz de un cáncer. Villa Ocampo, ubicada en el partido de San Isidro, fue construida por el padre de Victoria y tanto por su valor arquitectónico como por su valor estético y cultural hoy es considerado patrimonio de la Unesco.

Victoria Ocampo, la hija mayor de seis hermanas, fue hija de Manuel Silvio Cecilio Ocampo, ingeniero constructor de puentes y caminos; y de Ramona Máxima Aguirre devota madre de sus hijas. Provino de una familia de clase alta, aristocrática, que recibió una estricta educación de la mano de institutrices que la formaron en francés, inglés y castellano. Su educación en idiomas fue complementada con un estudio profundo en diversidad de materias y con la posibilidad de viajar por el mundo desde temprana edad. Estos cimientos fueron una base sólida para su gran inquietud intelectual, que se conjugó con un espíritu de gran inteligencia y sensibilidad, que si bien no era creyente tenía un profundo sentimiento de solidaridad y humanidad.

Publicó sus ideas en artículos publicados en el diario La Nacion y fundó revista Sur en el año 1931, revista que albergaria las ideas de innumerables y valiosísimos pensadores y escritores de la época siendo a la vez un semillero de intelectuales. Editó obras de: Eduardo Mallea, Federico García Lorca, Albert Camus, Aldous Huxley, Jean-Paul Sartre, Horacio Quiroga, Adolfo Bioy Casares, Carl Gustav Jung, Virginia Woolf entre otros. Fue la primer mujer en sacar un registro de conducir y la única también en ser parte de la Academia Argentina de Letras en el año 1977. Entre sus obras, aunque muchas veces criticadas sobre todo por los partidos de izquierda, ya que muchas veces por su formación era criticada de artificiosidad y pedantería se destacan: “El viajero de sus sombras” (1951), “Virginia Woolf en su diario” (1954), “Tagore en las barrancas de San Isidro” (1961), entre otros

Pero lejos de esta pedantería de la que se la acusaba, Victoria Ocampo fue una mujer que luchó siempre por la igualdad de género y por todo abolir todo tipo de desigualdades. Su capacidad de influencia fue tal que impactó en las artes en general: en la música, el teatro (su gran pasión verdadera a la que su padre se rehusó, por un tiempo, a que continuara), la literatura y la fotografía.

Debajo de esa mujer brillante e influyente, se encontraba una mujer sensible por el otro, que sentía ver el mundo dese un costado. Para ella la vida matrimonial significaba renunciar a su papel de libre pensadora, motivo por el cual su matrimonio duró poco y se divorció en el año 1922 de Luis Bernardo de Estrada. 

En una de sus cartas a Delfina Bunge, su gran amiga y confidente, Victoria relata: “el mundo que quería vivir, no existe. Aquí abajo soy una extraña. He caído de un raro y divino país y… no hay nada que pueda satisfacerme o complacerme por completo”.

Enriqueció pero sobre todo movilizó el pensamiento de toda una época siendo abanderada de sacar de las sombra a las mujeres y a las voces menos escuchadas, para que el mundo intelectual se pudiera enriquecer de lo que ellos también tenían que decir. En definitiva, al igual que su padre, fue una gran constructora de puentes.