Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, conocido mundialmente como Dalí, fue conocido por sus pinturas, esculturas, grabados, escenografías e incluso por sus escritos. Dueño de una personalidad extravagante y compleja encontró en el surrealismo un movimiento que lo definió y lo representó como pocos otros movimientos artísticos pudieron hacerlo.  Es aquí donde entran en juego sus pinturas surrealistas, escenas de estilo onírico en donde diversidad de elementos confluyen y guardan, al igual que en el inconsciente, múltiples significados. A veces fáciles de descifrar, otras veces no tanto.​ 

El Surrealismo fue un movimiento cultural desarrollado en Europa al finalizar la Primera Guerra Mundial. Junto con las ideas de Freud y del dadaísmo que lo antecedía, el plano de lo inconsciente de la persona salía a la luz en el surrealismo, de manera de mostrar al mundo de que muchos sentidos, muchos significados, pensamientos y deseos no siempre son claros para las personas. La teoría del inconsciente venía a revolucionar la vida y el arte y facilitó nuevas maneras de expresarse. Así, no era un movimiento con unidad de estilo, por lo que cada artista, sobre estas bases filosóficas y psicológicas iba desarrollando un estilo propio.

Así fue, entonces, como Salvador Dalí llegó a desarrollar su obra tan particular, su serie de cuadros surrealistas, con un sello único, entre los que se encuentra una de sus más singulares obras: “Los Elefantes. Pintado al óleo sobre tela, el año 1948, este cuadro retrata nuevamente las figuras de los elefantes, figuras emblemáticas en su obra onírica, que había creado 4 años atrás y que en este cuadro se vuelven protagonistas. Estos elefantes, protagonistas, se ubican en un escenario completamente desértico, detalle que resalta el carácter surrealista y onírico de la obra, en donde parecen suspendidos en la atemporalidad. Los elefantes con las patas excesivamente alargadas es uno de los iconos más característicos de los cuadros de Dalí. Estas patas que sostienen a estos animales colosales son extremadamente débiles y finas, como si fueran de un insecto. Por lo cual he aquí la paradoja de la fuerza asociada a estos animales se enfrenta a una paradoja. Y sobre el lomo de los elefantes flotan dos obeliscos destruidos.

Esta obra, surrealista en su esencia, es una referencia a la escultura de Bernini emplazada en la Plaza de Minerva (Roma). Para los barrocos, el obelisco era un símbolo de sabiduría, y el elefante, era el símbolo de la robustez necesaria para cargar con ella. Y he aquí su paradoja: ¿La robustez y la sabiduría sobre la fragilidad de un insecto? ¿Qué denunciaba esta pintura?, ¿los temores inconscientes de su autor o la crítica a una sociedad entera? Quizás ambas.