El barrio de la boca fue uno de los epicentros del arte argentino principalmente de los años veinte, pero también durante el siglo XX. En sus calles, en sus colores, en el puerto, en sus costumbres, en su amalgama cultural y en la cultura de trabajo y sacrificio surgieron muchos de los grandes artistas argentinos de ese siglo.

En este mundo dinámico, cambiante, las figuras de los inmigrantes se entremezclaban con los trabajadores locales. Por ende, las ideas anarquistas y socialistas se conjugaban con lo más tradicional de la cultura argentina y de ahí conformaban un amalgama único que se traducía en el particular estilo artístico que surgía del lugar.

Los pintores Quinquela Martín y Miguel Diomede y el escultor Pedro Zonza Briano son algunos grandes ejemplares de aquello. El principal obstáculo para la gran mayoría de estos célebres artistas fueron la pobreza y el hambre, y fueron las asociaciones culturales barriales las que les permitieron, a pesar de todo, nuclear y potenciar su amor al arte. Los historiadores de arte relatan al respecto, que fue una tarde en la biblioteca del sindicato de Caldereros en la que Quinquela quedó atrapado con un libro de Auguste Rodin titulado “El arte” y que a partir de allí se sintió inspirado y llamado a proseguir su propio camino en el arte.

Otra gran asociación barrial de la boca fue la venezolana, quien también núcleo y albergó a otros grandes artistas, como por ejemplo a Fortunato Lacamera y a Cúnsolo.

Pero este barrio con su magia y con su estilo particular, fue un gran imán para que llegaran otros grandes artistas que no pertenecían al barrio de la Boca, pero sí a barrios aledaños o aún más lejanos. Pintores, escultores, grabadores, escritores, cantantes. De un barrio ajeno a la Boca vino por ejemplo el pintor y dibujante Facio Hebequer; Rosita Quiroga, gran cantante de la época; y el compositor Pedro Laurenz. 

En esas pequeñas calles de la boca, en sus empedrados y sus humildes casitas pintorescas, las más grandes figuras encontraron un lugar que los recibió, que les permitió trabajar, crecer y mostrar su arte. Y desde aquel entonces, hasta estos días, forman parte del invalorable patrimonio artístico cultural de la Argentina.