Raul Soldi es uno de nuestros mayores referentes del arte del siglo XX. Nacido en el año 1905 en pleno centro porteño, el es el ícono del arte de principios de siglo. Es sabido su aporte en la pintura, desde sus cuadros, hasta los magníficos y titánicos murales que realizó en más de veinte veranos en la capilla de Glew, entre otros.

El gran pintor de los argentinos, quien se formó en la Argentina y Milán, hijo de músicos cultísimos, lo que le valió ser él elegido para pintar su famosa increíble cúpula del teatro Colón. El artista y dibujante, escenógrafo de cine que incluso llegó hasta Hollywood y participio con su arte y a veces dirección en más de ochenta películas.

Pero este es su lado más conocido, el más famoso, el más deslumbrante. El muralista, el escenógrafo, el inventor, el artista de mundo. Hay aspectos importantes a rescatar de este artista y es su modo de abordar un aspecto tan central para la sociedad como es el de la: maternidad.

Soldi con su sencillez y su técnica supo representar este tema de una manera cálida, sencilla, genuina y auténtica. No es uno si no varios cuadros sobres este tema que retrató, en diferentes períodos de su obra.

Lo más importante a destacar de todos ellos es, por un lado, el lograr alejarse de los cánones del realismo estricto sin por ello lograr una gran representación del tema. Por otro lado, que, con su lápiz y pincel, logra obtener en sus colores pastel, la esencia y detalles únicos de la maternidad. Uno de ello, una mujer sentada, de frente y embarazada de algunas semanas. Se percibe su vientre, algo abultado y su serenidad y templanza de quien recibe y espera la vida. Otro de ellos, es la escena de una mujer, en el centro, rodeada por sus tres hijas, la mas grande a su izquierda y la menor a su derecha. Sobre su falda, la hija del miedo. Entre líneas sencillas y entrecortadas, Soldi nos muestra una escena magnifica, profunda y realmente tierna de la maternidad. Realmente es un cuadro genuino. Otra escena, la de una madre, ágil y dinámica, persiguiendo a su pequeño deambulador.

Habrán sido escenas aprendidas en el conventillo cuando era él un niño y vivía entre tantas familias de inmigrantes. Quizás sean escenas de su propia vida de adulto, de cuando fue padre y vio maternar a su mujer. Sea como fuere, he aquí la obra y la mirada profunda y sagaz de un gran artista.