Es difícil anticipar muchas veces los motivos por los cuales, al final de una vida, una persona va a ser recordada. Imposible fue imaginar al comienzo de esta fotógrafa norteamericana, que ese iba a ser su sello distintivo al terminar su corta y tempestuosa vida.

Diane Arbus, en realidad Diane Nemerov, nació el en el año 1923en los estados unidos. Y desde temprana edad estuvo en contacto con la moda, debido a que su papá, un inmigrante polaco, dedicó su vida a un próspero negocio en ello. Esto último, sumado a su temprano matrimonio con el fotógrafo Allan Arbus cuando tenía 18 años hizo que todo la fuera llevando a dedicarse a la fotografía, y en especial a la fotografía de modas. La pareja se dedicó de lleno al mundo de la fotografía, publicando para numerosas revistas de renombre y abriendo su propio estudio. Con el paso de los años, Diane Arbus empieza a ser su propia carrera, lejos del estudio y lejos del mundo de la moda que tanto le había enseñado.

En un giro radical de su carrera, disparado también por la infidelidad y separación de su marido, Diane empieza a recorrer las calles con su cámara en mano. Pero su lente dejó de apuntar a los glamurosos vestidos neoyorquinos o a las últimas tendencias de la moda paseándose por la Fifth Avenue y empezó a “hacer foco” en lo que nadie veía, o mejor dicho, a los que nadie veía: los marginales sociales. Los enanos, los gigantes, los travestis, los homeless, los pacientes psiquiátricos, etc….La lista era larga y su lente agudo. No dejó escapar sector alguno ni denuncia social. Se cruzó a una vereda radicalmente opuesta a la de la moda.

Su arte fue tan bienvenido que recibió dos becas del museo Guggenheim para continuar con su trabajo. Fue recibida en diferentes exposiciones en todo el mundo y expuesto en varias revistas. Su vida fue intensa, se casó, tuvo dos hijas y padeció continuas subas y bajas en su estado de ánimo Se quitó la vida antes de cumplir los 50 años. Su obra, a modo de conmemoración de ella fue presentada en el Bienal de Venecia.