Carlos Páez Vilaró fue un emblemático pintor uruguayo nacido en el año 1923 y muerto recientemente en Punta Ballena, su lugar en el mundo, en el año 2014. Se destacó por su pintura, sus murales, dibujos, poemas, pero por sobe todo por haber sido artífice de uno de los lugares más especiales de Uruguay: Casa Pueblo

La obra de Páez Vilaró es ecléctica con un marcado estilo personal en donde conjuga dibujos, pinturas, cerámicas, grabados y murales con un uso del color intenso, formas geométricas, símbolos, animales y el tema del candombe afroamericano que recorre el inicio de su obra hasta el final.

Ecléctico, autodidacta, vivaz y espontáneo Carlos Páez Vilaró pintó, dibujo y escribió con una soltura y una facilidad asombrosa. Casa Pueblo, a quien él llamó, acertadamente, “una escultura habitable” se trata de una construcción enclavada en un acantilado sobre el mar de Punta Ballena, en el partido de Maldonado, Uruguay. Casa Pueblo fue su mayor obra maestra, la cual pensó y ejecutó con mucho esfuerzo, con sus propias manos y la de muchos amigos y colaboradores. Cumplió todas las facetas para él: fue su casa, su taller y posteriormente se convirtió en museo y hotel. Allí falleció. Está ubicada en un lugar muy especial, con vistas únicas al mar, pero por sobre todo a los atardeceres.

Casa Pueblo es una casa, es una morada, pero por sobre todo es una escultura. Basta con caminar sus angostos y sinuosos pasillos internos, sus recovecos, sus cuevas, sus ventanas circulares, sus carteles con mosaicos, es como si cada centímetro de esa casa hubiera pasado por las manos de un “alfarero” y fue así. Casa Pueblo no tiene planos, “fue surgiendo”, tal como dice su autor. Es sinuosa, irregular, linda e imponente. En sus líneas curvas, impredecibles y armónicas a la vez, su color blanco se mezcla con el azul del mar que lo rodea y se transforman en parte de un mismo paisaje.

Carlos Páez Vilaró fue un artista influyente en Latinoamérica, viajo por todo el mundo, con una especial devoción por la cultura africana, sus colores y candombes. El lienzo sentía le quedaba chico y llegó así al arte de los murales. Con el lema “Color para el Dolor” pintó murales en hospitales, instituciones y lugares públicos de todo el mundo: Argentina, Panamá, Brasil, África, Estados Unidos, Polinesia, Australia, Chile y Uruguay.

Su vida fue polifacética e intensa, se casó dos veces y tuvo cinco hijos. Imposible no recordar cuando se piensa en él, en el año 1972, cuando uno de sus hijos sobrevivió a estar 70 días perdido en la Cordillera de los Andes luego de que el avión que lo transportaba a él y a su equipo de Rugby estrellara en la cordillera. Con esa misma pasión y convicción, Carlos Paéz Vilaró lideró la búsqueda de su hijo, Carlos, a quien logró encontrar luego de una búsqueda incansable por las altas cumbres nevadas: “Entre Carlitos y yo estaba la luna que me miraba desde el cielo. Y yo le había chiflado detrás de la Cordillera, como para que supiera que estaba ahí” (Entre mi hijo y yo, la Luna, 1982) ​