“La Casa” esta lindísima obra del escritor argentino Manuel Mujica Láinez, es quizás una de las obras más especiales de las últimas décadas.

Una casa, una elegante casona de la calle Florida, calle emblemática si las hay de un Buenos Aires de finales del siglo XIX. Una casa, en los albores de su demolición y final destrucción, sede, testigo y testimonio de las vidas que la habitaron. De los amores y los desencuentros, de los egos y las traiciones, de las pasiones y desesperaciones de sus personajes capturados en el recuerdo de épocas pasadas que fueron mejores.

Aparte de la soltura de la lengua con la que Mujica Láinez narra esta historia dramática, se trata de un encuadre por demás creativo porque en esta historia la casa, como tal, tiene voz y narra su experiencia. Esta, ubicada en lo que en ese entonces era una refinada calle de Buenos Aires, alberga a una familia de clase alta, al senador Don Francisco y a su mujer la Señora Clara. Ellos viven con sus cuatro hijos: Paco, Gustavo, Benjamín y Tristán. Desde su voz, desde su experiencia, la casa afligida relata el pasaje de esta familia desde una época gloriosa hasta la más triste decadencia y también final trágico.

Esta historia, narra la sucesión de expectativas y de roles en la familia. De cuando la casa estaba en manos de don Francisco, o luego, tras su muerte, en manos de su hijo Gustavo. Y entonces, la casa, estaba en buenos manos. Cuando Gustavo muere y le sucede en su tenencia Benjamín las cosas cambian. El honor y el prestigio quedan rezagados por la ambición y la lujuria y la casa lentamente sucumbe a ellos.

Manuel Mujica Láinez, a quien en el ambiente literario conocían como Manucho, nació en Buenos Aires en el año 1910. Su carrera literaria fue rica siendo autor de otras grandes obras de gran reconocimiento. De hecho, “La casa” fue escita en el año 1954 y pertenece a la conocida “Saga Porteña”. Esta saga está conformada por cuatro libros escritos por Mujica Láinez: “Los ídolos”, “La casa”, “Los viajeros” e “Invitados en el paraíso” entre los años 1953 y 1954 y por los cuales fue altamente reconocido. Especialmente en esta saga, se le reconoce su calidad descriptiva del lugar y de la aristocracia porteña, que con respeto y hasta dulzura muestra en decadencia. 

Este gran escritor argentino, que fue respetado por el público en general y por la crítica literaria de la época, falleció en la Cumbre en su añorada casona que hoy es un museo y que fue testigo de la producción de sus más grandes y queridas obras literarias. Mujica Láinez fue galardonado con gran cantidad de premios y es recordado como aquel que le dio voz a lo inanimado.