La bañista de Valpinçon es una obra del pintor neoclásico Jean Auguste Dominique Ingres. También llamada en algunas ocasiones como La gran bañista esta pintura es, posiblemente, su primer desnudo. En realidad, es el primero de toda su carrera artística y el primero de una serie que comenzó en ese mismo año, 1808, y finalizaría alrededor del año 1820.

Es un gran óleo sobre lienzo de dimensiones considerables, 146 cm x 97,5 cm. A lo alto, este retrato resulta imponente y con un gran manejo de las líneas, de la luz, las texturas y de las curvas. Expresivo, Ingres retrata en la parte central de la escena a esta mujer, a esta bañista desnuda y de espaldas. La línea y la luz manejados por un gran talento, lo convierten en una de las más grandes influencias para los futuros pintores impresionistas. La anatomía en este cuadro lo es todo, ocupa el lugar central y llevan al espectador a centrar toda su atención en la simpleza del cuerpo humano despojado. 

Este desnudo es evidencia de un cambio brusco en la carrera artística de Ingres. Cuando viaja a Roma para estudiar y descubre una manera distinta de retratar a la persona, de representar el cuerpo humano. Claramente, sobre todo en este cuadro, Rafael fue una de sus más grandes influencias para Ingres. La voluptuosidad de la mujer, las curvas y aún así, el cuerpo llevado hacia lo largo como para magnificarlo. La piel blanca de esta mujer, suave y delicada. El rostro que casi no se ve. Ella sentada sobre unas sábanas blancas, sosteniendo una prenda como si se estuviera por vestir nuevamente. Un turbante cubre su cabeza, delicadamente puesto y con finos detalles en la tela. A la izquierda de esta mujer, como si de una escena teatral se tratara, cae pesadamente una cortina de color verde, aterciopelada. Estos últimos son una muestra clara del orientalismo presente en esta obra. 

Hay quienes sostienen que se observan errores anatómicos en La bañista de Valpinçon, imposible saber si se desconoce a la verdadera modelo que aquí se retrata. Y a pesar de que el cuerpo pueda resultar excesivamente alargado o los pies muy abultados, nada de ello le quita valor a esta obra. La luz, todo a lo largo de su espalda, en las sabanas y su turbante exponen cada mínimo detalle y hacen honor a este artista.