El realismo fue una constante en el arte argentino del siglo XX y de allí surgieron una serie enorme de artista, dibujantes, pintores y escultores que fueron dando a este arte figurativo su propia impronta personal. Josefina Auslender fue una de ellas. Nacida en Buenos Aires en el año 1934, hija de inmigrantes, pasó sus primeros años en el taller de carpintería de su padre. En bien pudo romper algunos mandatos, se inscribió en la Escuela de Arte Prilidiano Pueyrredón donde pudo dar sus primeros pasos en el arte.

Lo más notorio de la obra de Josefina Auslender es su concepción y uso del espacio, que sabe utilizar y articular con gran facilidad. Dibujos de construcción, de entidades que se imponen en la perspectiva en un juego sutil con las rayas que también se vuelven protagonistas. En la primera etapa de su obra, sobre todo antes de los años 80, predomina la arquitectura y el paisaje, que pivotean entre lo realista y lo surrealista, en donde el excelente uso de la perspectiva y otros detalles les da a sus obras una identidad única. Casi desértica, fantasmagórica y a la vez conmovedora y hasta futurista. 

A este concepto pertenece la serie: “Paisajes con luna”. En esta obra la luna y toda su inmensidad es contrastada con un paisaje lineal, simétrico. El espacio es ordenado de manera sencilla, con un enfrentamiento de dos planos que por lo general se dan en el plano de lo horizontal. Por un lado, se contrapone la luna, redonda y llena, por el otro las líneas, en un marcado interjuego entre ellas, de diversos patrones que permiten dar una significación a la obra y despertar en el espectador sensaciones y posibles interpretaciones. Ninguna de las obras de esta serie es igual a la otra, pero este factor común les da una identidad única. Otras obras de esta artista ameritan ser mencionadas, como la serie “Ciudad”, realizada en grafito, en la que conjuga una serie de dibujos de la ciudad desde diferentes ángulos y perspectivas. Los edificios se presentan lineales, con pocos detalles, pero emergen con fuerza y volumen sobre otros detalles como el cielo, las nubes y las hojas. Siempre desde una perspectiva singular y creativa, realmente es una serie conmovedora en donde la artista logra con agudeza transmitir la belleza del paisaje urbano, el silencio de la noche y la soledad de sus grandes espacios.

Josefina Auslender inició su obra de manera solitaria, en su taller y en un camino de exploración y autodescubrimiento fue mostrándose al mundo del arte locales y global, desarrollándose en los últimos años en USA.