La Argentina del siglo XX fue una argentina de progreso, de inmigrantes y de apertura al mundo. En este contexto el arte no podía permanecer en la retaguardia, por lo cual, una gran preocupación del mundo artístico fue cómo lograr seguir el ritmo de este crecimiento en el sector del arte. Mientras estas preocupaciones estaban en el hacer de los artistas, el impresionismo iba llegando lentamente a nuestro continente. Tan emparentado con Europa era inevitable que su influencia artística no llegara a nuestras costas.

Fernando Fader fue para aquella época de principios del siglo XX, una figura relevante en el mundo artístico. Ya reconocido en vida por su obra, se codeaba con lo más distinguido del círculo cultural y artístico de la élite porteña. Su estilo clásico y distinguido, gozaba de una belleza única. Entre sus obras se destacan: “Los mantones de manila”, “Días de otoño”, “Amarillos”, “Bajo la higuera”, “Las mazorcas”, “Chichota”, “Primer acercamiento al mimbre”, “La chula”, “Bajo la higuera” y “La reja”, entre otros tantos oleos que realizó este gran artista argentino.

En realidad, este pintor argentino nació en Francia, específicamente en Burdeos. Pero su vida y su corazón se asentaron en la argentina, em Córdoba. Entre los típicos paisajes serranos, el verde, los pastizales y nuestros árboles más típicos. La influencia impresionista en él fue clara a lo largo de toda su obra. Como buen impresionista era metódico, pero sobre todo paciente y muy buen observador. Su amor por la naturaleza era infinito y podía pasar horas y horas observando y disfrutando un paisaje. Amaba cada rincón de los espacios con los que encontraba, los olores, la tierra, el viento, el aire, la luz y sobre todo tenía una gran pasión por lo árboles. 

Cada una de las estaciones despertaban en él una nueva paleta de colores, un uso distinto de la luz y la sombra y del transcurrir de las horas. Pero, sobre todo, su estación preferida era el otoño, y todos los sentimientos que esta estación de la melancolía y la añoranza le despertaban. Entre sus pañetas de colores marrones, ocres y naranjas se movía su pincel, autor de obras tan magnificas como: “Fin del otoño”, “fin del invierno”, “Días de otoño” y “amarillos”. Este artista impresionista supo traer lo más fundante del movimiento y a la vez ser un fiel embajador de nuestros paisajes argentinos.