Rembrandt, cuyo nombre real fue Rembrandt Harmenszoon van Rijn, fue un pintor y también grabador de Los Países bajos que vivió entre los años 1606 y 1669. Es considerado uno de los más grandes referentes del arte barroco tanto en la pintura como en el grabado. Sus cuadros, de una belleza única, tenían una capacidad representativa y descriptiva de la condición humana muy especial y sus cuadros poseían un aire dramático muy característico del sello “Rembrandt”. Sus pinturas eran profundas, expresivas y significativas. Con pocos detalles y un gran uso del color, las luces y las sombras, era capaz de retratar escenas muy humanas.

Así sucede con una de sus más grandes obras: “El regreso del hijo prodigo”. Fue una pintura importante en el marco de su obra, para la historia de la pintura y para la historia de la religión católica. Esta pintura, está realizado en óleo sobre tela y fue realizada en el año 1662. Mide 262 cm de alto y 205 cm de ancho. Se exhibe actualmente en el Museo del Ermitage de San Petersburgo. Retrata la parábola del evangelista Lucas (c.15, v.11-32) en la biblia.

Cuenta la parábola del menor de dos hijos, que decide pedir su herencia por adelantado a su padre, deja su hogar y se dedica a despilfarrarla en una mala vida. Cansado, ya sin dinero y arrepentido, el hijo vuelve a su padre, repleto de arrepentimiento y vergüenza, vestido de manera andrajosa, sucio y con el pelo rapado. En contraste con el hijo mayor, que siempre permaneció junto a su padre, siendo trabajador y responsable que se encuentra en un segundo plano de la escena.

Es justamente en esta escena, donde se retrata el momento justo en el que hijo vuelve y se arrodilla ante el padre. “Este hijo ha muerto, pero ahora ha vuelto a la vida. Se había perdido, pero ahora lo hemos encontrado.” Un hijo arrepentido, un padre misericordioso, fuerte y sensible.

Un hijo mayor, en segundo plano, observador y batiendo una tormenta interior por todos los sentimientos internos que le generan esa sensación de injusticia. Con esta obra y a través de esta parábola, Rembrandt quiso simbolizar la misericordia de Dios Padre con la humanidad. Un detalle no menor, es que un brazo del padre es de hombre y el otro de mujer, simbolizando que Dios es padre y madre a la vez. 

En uno uso sencillo y con gran destreza de las luces y sombras, esta parábola logra su máxima expresión de la mano de uno de los mas grandes pintores de nuestra historia.