Una obra cargada de visión y de crítica

 

La obra de René Magritte es inconfundible con un sello de realismo, de autocrítica y de un sello distintivo, su manera de pintar fue un reflejo de los temas que le preocupaban y de cómo él veía a la sociedad y al hombre moderno. Su arte fue catalogado como surrealista. Pero fue un surrealismo despojado de detalles y cargado de simbolismo, reflexión y muchas veces cinismo. Un surrealismo que enfatizó la soledad del hombre moderno y el abismo al que se enfrenta en la vida diaria de todos los días. El vacío existencial y el fin último.

René Magritte

Este pintor belga nació en 1898. Si bien fue poco lo que se pudo adentrar a su vida personal y biografía, puesto que tenía un perfil muy bajo, al igual que su obra. No obstante, fue un famoso pintor en Bélgica y en Europa, también erigiéndose como un aclamado muralista de su época. Coquetea con diferentes estilos, el impresionismo, algo del fauvismo y finalmente el surrealismo. Y si bien está más cercano a este último movimiento, y así se lo cataloga, como impresionismo, su estilo fue particular. René Magritte fue un ser muy pensante e independiente en sus ideas, y no le preocupaba diferir con los otros. Su estilo fue surrealista, pero un surrealismo más sencillo y más ácido. Con un toque mágico, lo que le hizo ganar el nombre de realismo mágico. Pintaba con el seudónimo de “Emair” y le fascinaban especialmente los conceptos que se unen en contextos diferentes, los opuestos, los espejos, y las realidades metidas unas dentro de otras. A parte de “El gran siglo” pueden mencionarse otras obras como” Apple face”, “El espejo falso”, “Los paseos de Euclides” y “Golconda”. Murió en el año 1967

“El gran siglo”

“El gran siglo” se trata de un óleo sobre lienzo de 50 x 60 cm. En esta imagen se encuentra su recurrente imagen del hombre de traje con su famoso sombrero al estilo bombé. No se le ve el rostro. Está de espaldas. Aparentemente estaría quieto, estático, observando el paisaje que está frente a él. Se trata de unos vastos y prolijos jardines, que en forma de camino finalizan en una gran construcción muy elegante. Parece una casa o un palacio. A lo largo del camino, sobre sus dos laterales, se erige un frondoso camino de árboles que hacen juego con el verde del pasto. Aparte de su típico simbolismo, su toque realista viene dado por el cielo. Se presenta imponente en la imagen. Parece una continuación del techo que aparentemente debe tener la casa en su interior. Las nubes son reemplazadas por simétricos rombos en forma de moldura.

 

El gran siglo es una obra clásica de este gran artista. René Magritte le enseñó al arte como, con un simple detalle, se puede dar un toque de simbolismo, imaginación y magia.