Vincent Van Gogh supo expresar de una manera única cuestiones de su vida cotidiana. Desde los paisajes de su ventana, sus autorretratos y, he aquí, El dormitorio en Arlés, que representa el dormitorio de este pintor tal cual como estaba habitado y decorado durante el tiempo que Vincent Van Gogh estuvo alojado en la ciudad de Arlés, en Francia. De esta imagen, en realidad, se hicieron tres cuadros. Pero el primero de ellos fue destruido en una inundación en el año 1888, mientras Vincent Van Gogh permanecía hospitalizado por sus problemas de salud mental. Al poco tiempo de ocurrido este hecho, realizó las otras dos versiones, que permanecen hoy en el Museo de Orsay y en el Art Institute de la ciudad de Chicago.

Pero ¿cuál es el atractivo de esta imagen tan sencilla y rutinaria? ¿Por qué este cuadro se hizo famoso? Hay algo enigmático en él. Ya que su sencillez genera muchas sensaciones en el espectador. En una de sus tantas cartas a su querido hermano, Theo, este artista expresó que justamente su principal objetivo en esta serie de cuadros fue transmitir una sensación de calma, de bienestar aportado por la simpleza de la habitación y el uso meditado de los colores. 

Todo en colores tenues pero plenos: las ventanas, las paredes, las almohadas y sábanas. También la cama. Los colores que oscilan entre los amarillos, los lilas, los verdes y hasta el rojo y el naranja. Todo esto conjugado con unas pocas líneas rectas y los colores plenos que recuerdan mucho al arte oriental y especialmente al arte Japonés, por el cual este artista sentía gran predilección.

Se dice que esta casa de Arlés, era comúnmente conocida como la Casa Amarilla, y este cuarto aquí retratado era, ni más ni menos, la primera habitación propia que tenía Van Gogh y en la que vivió entre los años 1888 y 1889. 

Pero a pesar del objetivo de Van Gogh de dar una sensación de calma, tranquilidad y bienestar con esta pintura, muchas veces la crítica sostuvo que, el uso de líneas tan gruesas terminó generando el efecto contrario. Por momentos, aquellos colores tan puros, mezclados con aquella extraña perspectiva generan una sensación de angustia bastante fuerte. Quizás mucha proyección de la dureza del mundo interno y convulsionado que vivía este pintor se plasmó también en este cuadro.

En palabras de Van Gogh: “Esta vez simplemente reproduje mi habitación; sólo el color tiene que hacerlo todo, …​ llegando a sugerir un cierto descanso o sueño. Bueno, he pensado que al ver la composición dejamos de pensar e imaginar”