Diego Rivera, el pintor y muralista mexicano nacido a principios del siglo XX, fue conocido por su obra de impactantes colores, dimensiones y de tintes políticos y sociales. Se lo considera el defensor de los indígenas y oprimidos del pueblo mexicano, ya que con sus grandes murales que recorren varias ciudades de México y Latinoamérica quiso dar protagonismo a estos sectores.

Nacido el 8 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato, tuvo un hermano mellizo quien murió al año y medio, mientras que él padeció de raquitismo durante su infancia. Como en la biografía de muchos otros grandes artistas, Diego Rivera no siguió el camino pensado por su padre, el de la carrera militar, mostrando desde sus diez años una clara vocación artística y tomando clases nocturnas de pintura. Fueron esos primeros pequeños pasos los que pusieron a la luz su capacidad y tenacidad, y los que le permitieron ganar una beca de estudios para viajar a Madrid donde se formó con Eduardo Chicharro y pudo conocer la obra de Goya y el Greco. Luego, en Paris, se adentró a la obra de Picasso y conoció quien fuera su primera mujer, la artista Angelina Beloff. En Italia, punto final de esta recorrida, tuvo oportunidad de adentrarse al arte renacentista, para así volver finalmente a México empapado de nuevas técnicas y formas de pintar.

La vida amorosa de Diego Rivera es extensa, cambiante y polifacética. Su relación más reconocida fue la que tuvo con la pintora Frida Kahlo, con quien se casó dos veces. Si bien con ella no tuvo hijos, si los tuvo con otras mujeres, algunos reconocidos y otros no. Sus reiteradas infidelidades eran conocidas, pues él no se consideraba hombre “de una sola mujer”. No obstante, la relación con Frida fue la emblemática. Ambos artistas supieron complementarse más allá de los pleitos y distanciamientos, pudiendo aceptar sus diferencias y hacer de su relación una marca registrada, por decirlo de alguna manera. No hay Diego sin Frida Kahlo y viceversa.

Si bien Diego Rivera supo aproximarse a diversos estilos, tanto en los principios de su formación artística como posteriormente a lo largo de toda su carrera, se destacó principalmente por su “muralismo”. Básicamente, la técnica que utilizaba consistía en cubrir con fresco una pared de grandes dimensiones y rápidamente pintar sobre ella. El muralismo fue un movimiento artístico que buscó, a grandes rasgos, acercar al arte al público popular. Los murales justamente se encontraban y se encuentran en lugares públicos de los más variados: en las calles, hospitales, subtes, edificios públicos, museos, etc.…. Los temas que el muralismo y Diego Rivera elegían para retratar son principalmente los temas que tenían que ver con los aborígenes, los sectores de la población más vulnerables y rezagados en las políticas y que Diego, y otros muralistas de la época, retrataba a modo de denuncia social.

Entre sus obras más emblemáticas, en las que encontramos a personas de colores vivos y ojos grandes se encuentran: “Epopeya del pueblo mexicano”, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, “Retrato de Ramón Gómez de la Serna” y “Murales de la Industria de Detroit” entre otras.

Diego Rivera fue un pintor clave para el arte mexicano y latinoamericano y fue tan marcado su estilo personal que se ganó un lugar en el arte mundial.