Andrea Mantegna fue un artista renacentista italiano, quizás no de los más conocidos, pero si fundamental para la historia del arte italiano. Realizó más de 200 obras y realmente fue un niño prodigo. Fue descubierto a sus 10 años cuando su padre, carpintero, lo vendió a un artista de la zona. Mantegna no tardó en cobrar fama y ser aclamado hasta por los más duros críticos como la familia Bellini, realizar grandes murales, encargos y a tener una gran posición económica. Se cree de echa que fue el artista mejor pagado de su época.
Sus obras se caracterizaban por representar una idea muy clara de lo que era la antigüedad y la Grecia antigua. Buscaba la belleza en la vida cotidiana y la vida del pasado. Las estatuas de la antigüedad eran su fascinación y esto se ve a lo largo de toda su obra. Andrea Mantegna realizó retratos, pintó santos, historias bíblicas y muchas madonas con su niño. Y más allá de todo, las que las caracterizaba era su fuerte impronta clasicista.
Los retratos, sobre todo los retratos de quienes fueran sus patrocinadores le permitieron un gran pasar. Realizadas con la influencia de la Grecia antigua, acartonadas, duras y algo rígidas, aunque no por ellos bellos y fuertes. Retratos como los de “Francesco Gonzaga” (1461), “Retrato de un hombre” (1450) y “Retrato del Cardenal Carlo de Medici” (1450), son algunos de los que se pueden mencionar.
Entre las pinturas de los santos e historias de la biblia se encuentran: “Muerte de la virgen”, “Cristo en el monte de los olivos” (1455), “Adoración de los magos” (1500) y la “Presentación en el templo” (1455).
Andrea Mantegna realizó muchas Madona con el bambino y fue en estas obras fue donde él más se lució. Fue el primero en pintar las primeras vírgenes alegres, frescas y dulces. Aportando una nueva imagen de la virgen. Una de ellas, “La virgen con el niño dormido” de (1460), se encuentra en el museo de Berlín. La virgen sostiene al niño dormido, con cara de paz, totalmente protegido por su madre. Los blancos y negros se contrastan y formando unos claroscuros únicos. La virgen parece que estuviera unidad con detalles casi evanescentes, es un virgen distinta, ligera y sutil. Ella es delicada y a la vez cuida a su niño como nadie. Toda la pericia, sutileza, majestuosidad y amor por lo clásico se conjugan en esta obra, mostrándonos lo mejor de Mantegna.