Una larga línea casi perfecta, levemente circular, es la protagonista de esta obra. Sobre ella se erigen rectos y vivos una hilera de altos y suntuosos álamos. Sus copas grandes, verdes y tupido follaje coronan sus largo y finos troncos haciendo un paralelo armónico con el camino de un lado y el agua del otro. El agua, a su vez, espeja la vegetación y el follaje, de manera casi perfecta refleja una simetría que termina de armonizar la obra y dar profundidad a la misma. El agua con sus pequeñas olas constantes refleja también las nubes y el cielo azul, donde las nubes pequeñas y dispersas por todos lados, aparecen cubriéndolo casi todo. 

Todo en esta obra es impresionismo. Naturaleza y luz en su máxima expresión. Un poco de trazos agiles, un poco de puntillismo y aun así la naturaleza en su mejor forma de representación. El espectador quisiera quedarse suspendido en ese paisaje, en esa luz día y en esas aguas calmas. Es como si el viento saliera de la obra y se pudiera escuchar el ruido de las hojas y l movimiento del agua.

En esta obra (1891), se expresa todo lo que fue Claude Monet en vida (1840-1926), un gran artista, un ferviente impresionista, un devoto de la luz y un amante de la naturaleza. Cabe destacar que esta serie es la menos conocida del artista, quizás resuenan más otras obras más famosas como la de “Los nenúfares”, “La Estación Saint-Lazare” o mismo la serie de “la Catedral de Rouen”.

Entonces si bien menos famosa, la belleza de esta obra reside en su imagen, lógico, y en su historia poco conocida también. Dicen los historiadores de arte que Claude Monet se enteró de que una zona con grandes álamos se vendía cerca de su casa en la ciudad de Givenchy, Francia. Esta iba a pasar a manos de otro dueño y el plan era que sus enormes arboles fueran talados. Al saber de esto, Claude Monet pidió pasar  algunos meses de ese verano estudiándolos, observándolos y retratándolos antes de su poda, a modo de despedida. De todos esos meses y ese trabajo, surge esta serie. 

 Esta obra, la cual fue muy exitosa, pertenece hoy a una colección particular. Se trata de un óleo sobre lienzo de unos 88 cm por 93 cm aproximanademente. Parte de esta serie fue pintada desde un pequeño barco de madera que este Monet tenía. Al finalizar su obra logró convencer al futuro dueño del campo, que tenia una maderera, que no los talara.