Uno de los toques más distintivos de Delacroix fue la manera en la que pintaba a las personas. Junto con sus trazos excepcionales y su manejo de la técnica, este pintor retrataba a la gente como objetos, como si fueran decoraciones exóticas. 

Delacroix, como buen artista romántico, vivió los comienzos de un siglo XIX, repleto de cambios y avances. En este período de transición se fueron abandonando visiones teocéntricas, místicas y milagrosas, y el hombre y sus emociones pasaron a un lugar central. Atrás quedó el período clásico, con sus rígidos cánones y dogmas y abrió paso a la libertad expresiva y artística. Personajes como Shakespeare, Beethoven o Lord Byron con sus poemas se empezaron a escuchar. Sumado a todo esto, el ideal de belleza comenzó a mutar, y empezó a tener que ver con una elección personal de cada artista. La posibilidad de salir del estudio y pintar afuera, trajo aparejado que las obras tuvieran mucho más en cuenta la luz natural. Los colores y las emociones se fueron conjugando para plasmar una nueva era: el romanticismo. 

Sumado a este periodo, el orientalismo, que definió en gran parte a Delacroix, marcó presencia. “Una mujer en Argel” es una de las tantas obras de este artista que reflejan su tinte romántico y su visión orientalista. El orientalismo tenía que ver con que para occidente el oriente era una cultura inferior, violenta y retrasada. Mientras que Occidente era considerandos por esta postura como pacífica, racional y superior. Todo esto coincide con un momento de colonialismo expansivo que justificaban sus políticas y su visión. Por tal motivo, en esta obra, que fue realizada por el artista en el año 1932, se observa a una mujer, recostada, reposando, carente de emociones. Una mujer de burdel oriental. Las líneas, la perspectiva, la luz y los colores utilizados por Delacroix son excelentes, a pesar de esta visión reduccionista tan típica de su época.

Esta obra se encuentra hoy en el Museum Eugéne Delacroix, como muchas de sus tantas obras.   Cabe mencionar que Eugéne Delacroix, dejó un amplio legado artístico, con más de 800 óleos, más de 1500 acuarelas, más de 6000 dibujos, grabados, etc.. En todos ellos plasmó gran diversidad de temas, retratos, paisajes, naturaleza muerta, cuadros mitológicos, crónicas, etc… siendo una gran influencia para sus contemporáneos y para generaciones de artistas que lo sucedieron.