La iconografía rusa es un apartado a tener en cuenta dentro del arte y la religión. Con estética y canones particulares presenta una vasta historia muy enriquecedora. Se trata de un tipo de arte muy fino, sutil y conmovedor. Este arte como tal, tuvo sus inicios en Rusia, alrededor del año 900. En su gran mayoría, los iconos rusos mantuvieron el estilo del arte bizantino que le precedía. 

Dentro de sus características principales se puede decir que los iconos tienden a ser pequeños y realizados en madera, usualmente confeccionados para las casas para un rincón sagrado y también para algunas iglesias. Hay cuatro características principales que los definen particularmente. 

El material: por lo general se trata de témpera utilizada sobre madera para finalmente ser cubierta con un aceite que cumple dos propósitos, dar luz a la obra y protegerla del paso del tiempo. Por lo general suelen tener un material precioso como el oro pegado en algún sector de la obra que recibe el nombre de “risa”. Este metal nunca ha de cubrir el rostro o la cara de los personajes, pero si el cielo o la vestimenta, realzando lo sagrado de estos últimos dos. 

La perspectiva: suele ser a la inversa de la perspectiva usual, es decir que la línea de fuga en vez de ir al horizonte viene hacia el espectador, dando la sensación de que el personaje retratado “viene” hacia uno. Más allá de esta diferencia artística, el cambio fundamental que se da en este aspecto es el teológico, es lo divino, lo religioso lo que ahora se acerca a la persona y a su mundo personal, motivo por el cual los iconos rusos son conocidos como “milagros”. 

La estructura: la organización de a obra es en circulo, donde el centro es lo mas importante. 

Aspecto: son pintados en madera con tempera de aspecto brillante, que asemeja a la luz sagrada. Los colores son variados, muy vivos en los que difícilmente sean utilizados el gris, el blanco o el negro. Estos colores surgen de las sombras que representa el artista, como una manera de transmitir que los colores y la luz divina brotan de la oscuridad, de manera de afianzar el valor del creyente. 

La iconografía rusa tiene un estilo muy particular que ha logrado aportar enormemente a la historia del arte religioso.