El impresionismo surgió con fuerza a mediados de siglo XIX, y marcó con su impronta todas las artes. Principalmente los pintores impresionistas, entre quienes se destacan Monet, Manet y Degas vinieron a poner en primer plano la importancia de las impresiones personales en el arte. A través de un uso meticulosos y acabado de la luz, fueron los más grandes responsables de que los atriles salieran de los oscuros talleres para empezar a ubicarse en medio de la naturaleza y los más bellos paisajes. 

Así, sus artistas, permanecían horas y horas en medio de jardines, bosques, montañas, prados, playas, etc…Vivian junto a la luz y los colores, el ritmo cambiante del día. El sol por lo pronto teñía con sus luces y sombras a los objetos, brindando así una variedad de matices que hoy se ven plasmadas en sus pinturas. La naturaleza para los pintores impresionistas fue la gran musa inspiradora de increíbles escenas que hoy se atesoran como parte de su gran legado artístico. Entre las grandes escenas que pintaban, se destacan los jardines plagados de flores y canteros, flores silvestres de variedad de colores, típicas de Francia, sobre todo del sur de Francia donde el impresionismo tuvo tanta fuerza. 

Las flores han estado presentes en el arte desde hace mucho tiempo. Así ha habido pintores que se han inspirado con el simbolismo de cada una de sus variedades para incluirlas en sus escenas. Otros las han utilizado como parte de sus naturalezas muertas y bodegones. Otros, en cambio, como los impresionistas, han aprovechado su presencia en paisajes típicos de la campiña francesa, repleto de colores, texturas y variedades de flores silvestres. Por lo general en un campo, en el lecho de un río o enarbolando una típica casa del lugar.

Una representante en el tema es Louis Aston Knight. Esta pintora norteamericana, quien vivió gran parte de su vida en Francia nació en el año 1873 y supo representar los mas lindos paisajes y flores. Escenas en plena naturaleza, que logran reflejar la riqueza y paz de los lugares. Plagados de colores, armonía y estética, estos jardines nos llevan a querer transportarnos al mismísimo lugar y permanecer allí. Las flores para esta autora ocupan un lugar primordial en sus escenas, las enriquecen, alegran y aportan frescura a la vez que sencillez. Y es que las flores, quizás algo tan efímero y volátil como la luz, les permitió representar a estos artistas lo cambiante y espontáneo de la naturaleza.