The day in the life of a little girl” (1952), en castellano, “Un día en la vida de una pequeña niña” es una de las tantas obras maestras de este prolífero, creativo y talentoso artista estadounidense del siglo XX. Norman Rockwell (1894-1978), supo con su talento, su capacidad de observación y el uso de un análisis casi sociológico de su época montar, representar, fotografiar y pintar las más lindas escenas de la vida norteamericana.

Este artista tan realista montaba con gente de su vecindario las escenas, plasmaba, dirigiendo a sus seres queridos y conocidos lo que su mente quería representar. Luego su cámara captaba numerosas escenas, detalles, poses y gestos. Su pincel finalmente llevaba la más exquisita selección a un cuadro.

Entonces, he aquí esta magnífica obra de arte cuyo destino fue ser la tapa del diario Saturday Evening Post. Veintitrés escenas distintas en las que esta niña fue retratada, desde que despierta, se despereza y peina, hasta que al final del día escribe en su diario, reza y se va a dormir. Entre estas seis escenas otras diecisiete describen su día, repleto de energía, inocencia y travesuras. Sus juegos, su amigo, sus deportes y hábitos, su primer beso, etc… En estas escenas, que muestran la habilidad y a la vez el trabajo exhaustivo de su autor por ser fiel a cada gesto, mueca y expresión de los niños para lograr, en semejante muestra de realismo, dar entender toda una historia entera.

Ya que como sucede con la obra de Norman Rockwell, con un recorte, al estilo fotográfico, logra transmitir al espectador, una historia, con un antes y un después, plagada de significaciones y costumbres socio culturales típicas de una época.

En esta obra, en este relato, describe la vida de una niña, nos habla de su vida muy representativa de la clase media estadounidense, también de una etapa de la vida: del paso de la niñez a la adolescencia, del amor de verano, de la amistad, de la inocencia. Son escenas cargadas de ternura y que a la vez hacen sonreír a quien las observa. Norman Rockwell, aparte de fotógrafo y artista era, antes que nada, un gran director. El elegia a sus modelos, montaba la escena, los vestía, y lo largo de innumerables fotos, 170 negativos se usaron en esta escena, iba dirigiendo la escena, a sus modelos, a sus poses y sobre todo, cada gesto. Para así representar todo tipo de emociones: alegría, entusiasmo, aburrimiento, asco, miedo, etc.…y ser también un contador de historias.