A este artista colombiano le interesaba la sensualidad de las formas y el volumen por sobre todas las cosas. Su sello personal tenía un carácter único, tanto en dibujo, como pintura y escultura. Este artista colombiano, Fernando Botero fue inspirado por las aristas renacentistas, como Giotto, quien en el año 1300 ya pintaba con dorado y grandes figuras voluminosas, o Miguel Ángel que pobló la Capilla Sixtina con grandes cuerpos musculosos.

Este artista nació un 19 de abril de 1932, en Medellín, Colombia. Desde siempre tuvo una personalidad muy fuerte y no dudó en manifestar sus ideas. Fue expulsado de la universidad de arte por un revolucionario artículo y a pesar de ellos siguió con su formación artística siempre. Amaba pintar gente, a su pueblo y a los toros. Sus obras fueron expuestas desde muy temprana edad, ya a sus 19 años, en los que hizo una muestra inspirada en la Divina Comedia y en los toros que tanto amaba.

Fernando Botero por Sebastian Hidalgo Sola

Hoy reside en Europa, pero asegura sentirse el más colombiano de los artistas colombianos. Un día de 1956, pintó en una plaza espontáneamente una mandolina con una pequeña cabeza y a la que también engordó. Desde ese día, el jugar con las proporciones visuales fue su método por excelencia y estilo personal. Pero la historia de la mandolina en el parque no fue casualidad, fue producto de mucho trabajo, en el que durante años practicó diferentes formas de representar los paisajes, composiciones y cuerpos y aquel día se plasmó. Sus obras eran muy coloridas, con gran influencia del arte colombiano y su arte precolombino como las cabezas olmecas. Su estilo, “el boterismo”, paso por diferentes etapas.

Su predilección era el arte figurativo, incluso cuando primaba la abstracción, fue uno de los representantes más importantes del nuevo arte figurativo que imperaba en los años 50’. Botero no niega el arte abstracto, pero se enriquece con él. Para este artista prima la figura humana, pero también el color, la pincelada y la organización del espacio que muestran la influencia del arte abstracto que le precedió.

Un ejemplo increíble de botero es su versión de La mona lisa que se llama “La mona lisa a los 12 años”. Es un óleo sobre tela que tuvo tal repercusión que llegó a estar en el Moma en el año 1963. La joven mona lisa se distingue por su sonrisa, pero también, al aumentar sus proporciones gigantes, le permitió crear una imagen 100 % original. De ojos grandes y enorme cabeza que ocupa casi toda la tela, con flequillo y un moño amarillo y con un ramillete de flores casi abstracto. Con gran humor, Botero también pintó la Mona lisa a los 4, 8, 10 y 13 años. Cada una de estas obras es una exploración de color y de originalidad. Con los años, las figuras de Botero se volvieron más tridimensionales y ganaron peso y se dedicó a pintar los cuerpos enteros y en lugares físicos concretos imprimiendo a su obra de un carácter sello y mundialmente reconocido como “el estilo Botero”.