Hablar de la pintura del siglo XX es detenerse en la pintura abstracta. Y como tal, detenerse en la pintura abstracta es reparar sin lugar a duda en uno de sus padres: Kandinsky. Por ello, Marcelo Hidalgo Sola nos acerca en este artículo un recorrido por la vida de este emblemático artista ruso.

Vasili Kandinski (Moscú, 1866 – Neuilly-sur-Seine, 1944) fue quien más teorizó sobre el movimiento abstracto. Amante de la naturaleza en todas sus formas, no obstante, no buscó representarla al estilo impresionista, sino que quiso representar la esencia misma del arte. Él se preguntaba, ¿cómo podemos expresar significados que todos conocemos a través de la pintura?

Dueño del color y de las figuras geométricas en su estilo de arte abstracto, este flamante profesor de la Bauhaus lograba proyectar en sus pinturas muchísimo de su mundo interior. Alegres, confusas, enigmáticas, lineales y poco esquemáticas a la vez sus obras están plagadas de simbolismo en el cual detenerse, aparte de un uso de la composición y el color únicos. 

Marcelo Hidalgo Sola plantea que Kandinsky logra en sus pinturas pasar de la figuración a la abstracción, pero luego de un estudio minuciosos y metódico, haciéndolo de una forma racional, siguiendo un proceso muy específico. Incluso llegó a afirmar: “…el elemento abstracto, que aún ayer se escondía tímidamente y era apenas visible tras afanes puramente materialistas, pasa en el arte a un primer plano”. Para él, el materialismo dejaba preso al artista y al espectador, y fue el canal de la abstracción y sobre todo el uso del color lo que los liberó de aquellas ataduras.  Para él, lo psicológico se refleja mediante el color. Kandinski revolucionó el mundo del arte aplicando criterios objetivos (matemáticas, música…) para evocar las emociones

Otro símbolo de esta liberación en la obra de Kandinski fue lo que se conoce como “Su primer acuarela abstracta” (1912). Se conoce así porque esta obra de echo no tiene título, y es el resultado de este trabajo minuciosos recién mencionado que le permitía pasar de lo material a lo abstracto.  

Y esta obra, como todas, es un resultado de un largo estudio, que utiliza formas geométricas y las líneas para otorgar movimiento y fuerza a la obra, y el color, sigilosamente estudiado en el que el azul y el rojo en esta obra aparecen juntos siempre. El azul denotando frialdad y simbolizando la fuerza de contracción y compensando así el color rojo, que expresa calidez y simboliza la expansión. 

Así, en cada una de sus formas, líneas y colores, que parecen azarosas Kandinsky logra representar lo más profundo del arte y captar la atención de quien repare en ellas.