Si hay un concepto en el arte que muestra a ciencia cierta que el arte fue mutando a maneras inimaginables es el concepto de “Instalación artística”. También conocido como instalacionismo o incluso como arte instalación, este tipo de arte se fundamenta en que la obra prevalece aun sobre aspectos formales de la misma. 

Esta nueva forma de hacer arte surgió en los años 60. El concepto de instalacionismo radica en que puede ubicarse en diferentes lugares y puede ser completamente temporal. La instalación como tal busca generar un impacto en el espectador que termina, en cierto punto, a veces físico, a veces visual e incluso a veces psicológicamente, sumergido en ella. Es por eso que la instalación, en su concepción más profunda, traza una relación entre el artista y el espectador. Hay una idea, un concepto que el artista quiere representar y para tal fin busca los elementos a su disposición y del entorno, para movilizar a quien la observe, para hacer sentir e impactar a quien pase por dicha instalación.

Una instalación utiliza elementos del entorno, paredes, techos, rampas, columnas, incluso luces y hasta sonidos y diversidad de elementos que permitirán y facilitarán llevar a cabo el objetivo y la concepción artística de su autor. Por eso, el instalacionismo es un arte abarcativo conectado con la pintura, la escenografía, la escultura, la fotografía, el diseño de imagen y sonido e incluso la arquitectura. Incluso, según sus dimensiones, se puede hablar de tres tipos básicos de instalaciones artísticas. De menos a más abarcativas ellas son: las “estilo repisas” bien pequeñas, las “adosadas a la pared” y las “totales”, que abarcan todo el espacio sumergiendo al espectador de manera total. 

Su nacimiento esta ligado indefectiblemente a Marcel Duchamp, quien con su obra provocativa y polémica puso sobre la mesa la posibilidad de que los objetos y ambientes, en un interjuego entre el artista, ambiente y espectador, fueran generadores de múltiples vivencias, percepciones y significados. Y así, en el arte, también empiezan a haber tantas realidades como personas habitan este mundo.

Hablar de instalación es pensar en instalaciones muy conocidas como: “Embankment “de Rachel Whiteread”, “El bosque de los números” de Emmanuelle Moureaux, “Rockaway” de Katharina Grosse, “The Shapes Project” de Allan McCollum, Electronic Superhighwayentre infinidad de otras grandes obras o instalaciones modernas.

El instalacionismo nos dice que si no hay experiencia, que si no hay otro que perciba y que viva aquello presentado no hay obra, pues la obra se acaba en su fin más último cuando la experiencia sucede.