Cuentos de la selva, este tesoro de la literatura infantil argentina, y mundial, fue escrita por el escritor uruguayo Horacio Quiroga en el año 1919. 

¿De qué se tratan los Cuentos de la Selva, de Horacio Quiroga?

Se trata de una serie de ocho relatos de un belleza, sencillez, claridad y creatividad única, dirigida al publico infantil pero disfrutable por el público adulto también. Este autor, amante de a la naturaleza y de la selva misionera, donde supo vivir sólo y con su familia por muchos años, logró captar de la vida en el verde su esencia y sus misterios. Amó la vida en la selva más que a pocas cosas en su vida y lo supo plasmar en estos cuentos.

Tal como sucedía en general en la obra literaria de Horacio Quiroga, en estos cuentos prevalece la dicotomía hombre- naturaleza. El escenario, los ríos, los árboles y vegetación son parte del marco, pero no son los protagonistas. Los protagonistas de los cuentos de la selva son las criaturas salvajes, los animales, como son la tortuga gigante, la abeja haragana y la gama ciega.  Estos animales son los encargados, a través de un narrador omnisciente, de transmitir a través de su ternura, los valores morales y moralejas más lindos y profundos de estos cuentos. Pero no serían personajes de Quiroga, sino estuvieran presentes la fatalidad, la crueldad y la tragedia en ellos.

¿Cuáles son los cuentos más importantes según Sebastián Hidalgo Solá?

Estos ocho relatos se titulan: “La tortuga gigante”, “Las medias de los flamencos”, “El loro pelado”, “La guerra de los yacarés”, “La gama ciega”, “Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros de hombre”, “El paso del Yabebirí” y “La abeja haragana”.

Son, sin lugar a duda, una de sus obras más conocidas y aclamadas de Quiroga, y que realmente captan su esencia como escritor y como humano. Quiroga siempre entendió y aceptó que, en la dualidad hombre y naturaleza, hay una relación ambivalente de complemento y respeto mutuo, pero también de supremacía de la naturaleza por sobre nosotros. La naturaleza siempre sería la vencedora.

“Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban: No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes”

Así, en estas historias las enseñanzas para los niños más lindas se conjugan con la crudeza y peligrosidad de la vida en la selva. Porque la vida para este autor fue una sucesión de eventos trágicos, muchos de ellos enmarcados por esta selva misionera, que le enseñó lo más real y puro de la vida misma.