Hace un par de años, en 1985, una imagen del otro lado del globo llegó a los medios de occidente y cautivó al público. Era una foto de una niña afgana, de unos ojos entre gises y amarillos cubiertos por un típico burka de Afganistán. Esa mirada cautivó a miles y miles de lectores y medios gráficos y se convirtió en una de las obras más conocidas del fotógrafo estadounidense Steve Mac Curry.

En su obra, Mac Curry se concentra en el dolor que causa la guerra en las personas. Para él la fotografía significó siempre la posibilidad de conectar con otras personas y acercarnos a su realidad, para también sentirse escuchados y vistos. El retrato de una persona ha de captar su esencia y es una oportunidad única e irrepetible de obtenerla, sostiene el fotógrafo.

Perteneciente a la agencia Magnum desde 1986, este fotoperiodista de setenta años proveniente de Pennsylvania recibió el premio Robert Capa por su trabajo realizado en la guerra de Afganistán. Desde el año 78 que abandonó su primer empleo en una revista local y viajó a la india, se dedicó a cubrir situaciones bélicas, como la guerra entre Irán e Iraq, Camboya, la Guerra del Golfo y Afganistán.

La fotografía titulada “La niña afgana” fue tomada casualmente en una de las recorridas del fotógrafo.  Steve Mac Curry iba siempre alerta a las personas que pudiera encontrar en su camino, ya sea durante situaciones de guerra como en sus viajes por pueblos, tribus y culturas diversas. Así llegó a obtener retratos únicos que fueron publicados por revistas como la National Geographic, Times, etc.… El encuentro con esta niña de produjo en el campo de refugiados de Nasir Bagh, durante la guerra de Afganistán un día de junio del año 1984. Esa imagen fue tapa de revista de la National Geographic al año siguiente y fue reconocida mundialmente. Aquella niña nunca más pudo ser localizada hasta quince años después. En el año 2002 Steve Mac Curry, junto con un equipo de la National Geographic, montó una expedición para encontrarla e identificarla, apoyándose en todo tipo de avances científicas y hasta con la ayuda del FBI. Así encontraron a la niña, devenida en mujer y supieron que su nombre era Sharbat Gula. En su corta vida, esta mujer había vuelto a su pueblo y experimentado todo tipo de situaciones, se había casado a temprana edad y tenía tres hijos.

La imagen de “La niña afgana” fue la más reconocida en la historia de la revista National Geographic, siendo utilizada en libros e imágenes de todo tipo pero, por sobre todas las cosas ha servido, por su belleza y su impacto, como un símbolo de la terrible situación que viven los refugiados.