De todo lo sucedido en la primera mitad del siglo XX en el mundo artístico, el fauvismo fue uno de los movimientos más llamativos. En realidad, justamente el fauvismo nunca tuvo aspiración de formarse como tal, como un movimiento en sí. Entre las paredes del taller de Gustave Moreau, reconocido pintor francés de finales del siglo XIX, se reunieron diferentes pintores que acudían a su taller a aprender de quien fuera una figura clave en el simbolismo. Matisse, Albert Marquet, Henri Manguin, Charles Camion, Georges Rouault, André Derain, Maurice de Vlaminck, Jean Puy, Raoul Dufy, Georges Braque, Emile-Othin Friesz y Kees Van Dongen fueron las principales figuras del fauvismo. 

Pero detrás del fauvismo solo existía un argumento muy sencillo: el uso del color radical y arbitrario. Ese era el lema y de ahí cada uno de estos pintores fue encontrando, sobre aquella base, su estilo personal. Tal como incentivaba Gustave Moreau. Todos fueron desarrollándose en una pintura libre, que utilizaba colores vibrantes, fuertes, estridentes y saturados. Ni la forma podía condicionar aquella libertad o aquel uso del color. El color era elegido por otras directrices, no por el objeto. 

Es así, como en el año 1905 en la tercera edición de la famosa exposición artística parisina del Salón de Otoño, se exponen las obras de Matisse, Derain, Marquet y Vlaminck. Estas fueron expuestas en uno de los salones de la muestra, ubicadas entorno a un busto clásico del escultor italiano Albert Marque. ¡De allí, surgió: “Tiens! Un Donatello parmi des fuaves!” (cuya traducción seria: ¡Vaya, un Donatello entre las fieras!”). Fue así, luego de esta osada muestra, que el grupo como tal quedo finalmente bautizado. 

Pero el nombre, el color y la libertad, fue quizás lo único que este grupo tuvo en común. Nunca fue su objetivo constituirse como tal, pero el publico los asociaba continuamente. Por tal motivo su duración de mayor apogeo duró poco y ya, dos años más tarde, en el año 1907, cada uno de sus referentes fue tomando caminos distintos. No obstante, hasta la llegada del cubismo, el fauvismo fue la propuesta más fuerte y de avanzada de la pintura de aquellos tiempos.

Cabe desatacar obras fauvistas como: “El autorretrato” (1918) de Matisse, “House at Saint-Tropez” de Albert Marquet, “El reposo de la modelo” , de Henri Manguin, “Puerto Cassis con dos tartanas” de Charles Camion, “El viejo rey”” de Georges Rouault, “Charing cross bridge de André Derain, y el “El río Senna en Chatou” de Maurice de Vlaminck entre otras grandes obras.